Tentaciones

Tilda Swinton: "Creíamos que estábamos inventando a Lucy Mirando, pero ahí estaba Ivanka Trump"

Nos rendimos ante la elegancia, pasión y humor de la actriz, que se ha convertido en un clon de la hija del Presidente para enfrentarse a un cerdo gigante en Okja, la película de Netflix

Dice Jim Jarmusch que Tilda Swinton debería ser "la emperatriz del mundo". Que él hace todo lo que ella dice y que si nosotros lo hiciéramos nos iría mucho mejor. Ella, en cambio, asegura que hace lo que sus amigos directores le piden. "Para mí, el director es lo primero porque las películas nacen de las relaciones", explica.

Okja, su última película y la primera producción que Netflix estrenó en el pasado Festival de Cannes, fue algo así. "La hice porque mi amigo Bong Joon-Ho, al que estoy entregada, me la propuso y yo haría cualquier cosa que me propusiera", cuenta sin una mu...

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Dice Jim Jarmusch que Tilda Swinton debería ser "la emperatriz del mundo". Que él hace todo lo que ella dice y que si nosotros lo hiciéramos nos iría mucho mejor. Ella, en cambio, asegura que hace lo que sus amigos directores le piden. "Para mí, el director es lo primero porque las películas nacen de las relaciones", explica.

Okja, su última película y la primera producción que Netflix estrenó en el pasado Festival de Cannes, fue algo así. "La hice porque mi amigo Bong Joon-Ho, al que estoy entregada, me la propuso y yo haría cualquier cosa que me propusiera", cuenta sin una mueca. "Es una película que yo quería ver desde hace mucho, no solo como fan de Bong, sino porque es un gran buqué con todo lo que me gusta en el cine".

"No me gustan los muros que se pone la gente porque no confía en los otros, son un camino hacia el infierno"

Swinton ya había trabajado con el coreano en Rompenieves (2013) y fue entonces, durante la premiere en Seúl, cuando Bong Joon-Ho le enseñó "un diminuto dibujo de una niña y un cerdo". El cerdo (la cerda, más bien) se llama Okja y es un animal alterado genéticamente por la empresa Mirando Corporation; y la niña es Mija, su cuidadora. ¿El papel de Tilda entre las dos? El de la villana del cuento, Lucy, dueña de la malvada empresa. "Lo que vi ahí fue un homenaje a la obra maestra de Miyazaki, Mi vecino Totoro, que es uno de nuestros iconos. Siempre que estamos juntos, Bong y yo, cantamos su canción. Y Okja es como una película de acción real de Miyazaki dirigida por Bong", dice entusiasmada.

Así es Tilda: parece fría, pero vive con tanto entusiasmo su trabajo que no es capaz de separarlo de su vida, porque siempre trabaja con amigos. "La confianza es el principio de todo. ¿Qué alternativa nos queda?". Ella misma se contesta. "La alternativa es que todo el mundo esté solo, trabaje solo, no confíe en nadie. El cine es un trabajo colaborativo, y no hablo solo de la relación entre director y actores, hablo también de la audiencia. Todos estamos nadando en la misma sopa. No me gustan los muros, y estos muros que se pone la gente porque no confía en los otros son solo un camino hacia el infierno".

Vamos entendiendo por qué Jarmusch desea que esta mujer de piel —sin gota de maquillaje— tan blanca como el traje blanco que lleva sea nuestra emperatriz. La emperatriz del mundo, porque para ella no existen fronteras y menos en el cine. Dice que en Hollywood se siente "una turista", y eso que desde allí no dejan de llamarla (de La playa a Doctor Strange o War machine), pero también la reclaman del resto del mundo. Acaba de terminar de rodar su cuarto filme con el italiano Luca Guadagnino, un remake de Suspiria, y continúa con su tercera colaboración con otro amigo, Wes Anderson. "El cine es un planeta en sí mismo", dice sorprendida de que le preguntemos por su aspiración internacional. "Tuve el privilegio de que mi primera película, Caravaggio, se estrenara en el Festival de Berlín. Conocí el cine internacional y dije: 'Aquí quiero vivir, quiero vivir en el mundo'. La idea de un cine de identidad nacional no me convence. Creo que los cineastas son cineastas y el cine es un lenguaje propio".

"Siempre que estamos juntos, Bong y yo, cantamos la canción de 'Mi vecino Totoro'"

En la palabra "colaborativo" está la clave. Nacida en una familia escocesa que es capaz de trazar su legado hasta la Edad Media, Tilda Swinton estaba destinada a casarse bien, como hizo su compañera de internado, Diana de Gales. Pero en la universidad descubrió la interpretación, se alistó en el partido comunista y empezó su primera colaboración con Derek Jarman, con quien trabajaría en siete películas hasta su muerte. Después, ha repetido con distintos directores, distintos amigos. Ellos escriben para ella, ella coescribe con ellos.

En su última colaboración, con Bong Joon-Ho, creó a Lucy Mirando. "Creíamos que la estábamos inventando, pero empezó la campaña electoral en EE UU, y ahí estaba Ivanka Trump: vestida igual que Lucy, mismo color de pelo, mismos dientes, misma actitud", cuenta. "En Rompenieves nos pasó lo mismo, mi personaje era un política exagerada, inspirada en Gadafi, Hitler, Mussolini, y de repente llega Trump", se ríe. "Tenemos que tener cuidado la próxima vez". La vida imita al arte… y en esta vida queremos a Tilda como emperatriz. Porque un mundo swintonizado es un mundo mejor.

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