¿Dónde esta Wally?

"Sí, soy un tío y estoy entre estas señoras tan contento porque soy el marido del primer ministro de Luxemburgo y reivindico mi sitio"

Gauthier Destenay, en la segunda fila, rodeado de las primeras damas en la cumbre de la OTAN en Bruselas.SASCHA STEINBACH (EFE)

No sé en qué estaría pensando Martin Handford cuando inventó a finales de los ochenta esos libros en los que un larguirucho y simpático gafotas, vestido con jersey de rayas horizontales y gorro de lana, nos volvía locos hasta que dábamos con él en medio del gentío en los escenarios más dispares. Pero sí sé que se hizo carne cuando me topé con la imagen de Gauthier Destenay en la foto de familia del encuentro de primeras damas de los países miembros de la OTAN. Allí estaba él, el único hom...

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No sé en qué estaría pensando Martin Handford cuando inventó a finales de los ochenta esos libros en los que un larguirucho y simpático gafotas, vestido con jersey de rayas horizontales y gorro de lana, nos volvía locos hasta que dábamos con él en medio del gentío en los escenarios más dispares. Pero sí sé que se hizo carne cuando me topé con la imagen de Gauthier Destenay en la foto de familia del encuentro de primeras damas de los países miembros de la OTAN. Allí estaba él, el único hombre entre otras egregias consortes, sin cuestionarse nada, sin simular lo que no es, confirmando con su sonrisa de debutante “sí, soy un tío y estoy entre estas señoras tan contento porque soy el marido del primer ministro de Luxemburgo y reivindico mi sitio”.

Recuerdo otras muchas imágenes de mujeres únicas entre hombres incontables y no me viene al imaginario una tan natural. Somos anómalas en los Consejos de las empresas, en los primeros puestos de los gobiernos, incluso entre los mandos intermedios, pero también constituimos el 49,6% de la población. No somos impostoras en un mundo que no es el nuestro. No estamos fuera de lugar solo porque la Historia no haya hecho justicia a tanta fémina brillante y olvidada. No podemos excusarnos por ser feministas y confundir derechos con extremismos como Paula Echevarría.

Qué cambien otros. Hay que sonreír y creérselo. Sentirse como pez en el agua rodeadas de corbatas y aburridos trajes grises. Como Destany entre señoras con tacones. Como Wally con su gorro con borla a cuarenta grados en mitad de una playa.

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