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Coordinado por Anna Argemí

Del jardín vecinal a l'Hort del Xino

Barcelona pierde dos espacios verdes vecinales por la presión inmobiliaria

Antes de primavera alguien decidió poner fin a ese acto de resistencia, la reja volvió a amurallar la tierra y la tela dejó de cubrir el árbol(c) Pilar Sampietro

Todavía era invierno cuando los vecinos decidieron levantar las verjas que enjaulaban los parterres del paseo. Llevaban allí mucho tiempo, el suficiente para dejar crecer el césped, que no hierba, porque responde a los cánones de jardín inglés y nada mediterráneo. El poco espacio verde que tiene el barrio está entre rejas y en algunos tramos ni la hierba ha decidido crecer.

Así que una mañana fría, algunas de las personas que vivían cerca, provistas de planteles y piquetas, decidieron darle otro color a ese tramo maltrecho y estéril. Plantaron capuchinas, cintas, algunas crasas de sus balcones y hasta un pequeño níspero que aspiraban a ver crecer.

Engalanaron el chopo cercano con telas multicolores tejidas a ganchillo y dejaron carteles en los que se hacía entender que aquél era un Jardín Vecinal, un espacio para cuidar entre todas. Duró unas 3 semanas. Antes de la primavera alguien decidió poner fin a ese acto de resistencia, la reja volvió a amurallar la tierra y la tela dejó de cubrir el árbol.

Justo en esos días, el martes 14 de febrero, muy cerca de allí, un huerto urbano era arrasado por las excavadoras: l’Hort del Xino. Hacía 8 años que, a pesar de la tierra contaminada, el huerto crecía a proyectos sociales, culturales y hortícolas en mesas de cultivo, en un lugar denso y hostil para la vida que había sido anteriormente Ruina Amalia, un centro cultural en un antiguo edificio ocupado.

Los propietarios del solar, tras una trama complicada de entender, en la que se mezclan apellidos políticos, personas muertas que firman instancias e intereses de constructoras, decidieron dar la excusa de las ratas, seres habituales en esa zona, para entrar en el huerto y acabar con árboles, cultivos y vida. Las “horteras del Xino” denunciaron y volvieron a ocupar. El colectivo ha decidido querellarse contra la propiedad, porque para desratizar hay protocolos que no pasan por hacer entrar las excavadoras. También ha anunciado que: “el huerto estará abierto para renacer contigo”, definitivamente han echado raíces.

Más allá de los motivos concretos que llevaron a desmontar el jardín vecinal y el huerto, la finalidad es la misma: cuando el negocio del tocho vuelve a recuperarse el dinero manda, la ciudad deriva de nuevo a cotas exageradas de especulación inmobiliaria. Pero también percibo una muy poca sensibilidad a la hora de respetar aquellas iniciativas que lo único que persiguen es favorecer la vida vecinal creando con plantas, comestibles o no, un entorno menos árido y difícil. Ya le pasó a Isabel Núñez, cuando luchó para salvar el Azufaifo frente a su casa, se reían de su insistencia en los plenos municipales. ¿Qué provoca que esta mentalidad se extienda a personas que día a día trabajan también con plantas, hierba y árboles urbanos?

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