La demanda populista

Hace falta ir más allá del cómputo de escaños y votos y analizar las causas del malestar ciudadano que alimenta esa oferta política

Geert Wilders, diputado del Parlamento de los Países Bajos. PETER DEJONG / AP

Este año el tiempo político se mide en elecciones con las que vamos tomando la temperatura al populismo en Europa. A pesar del indudable interés mediático que suscitan sus resultados, para indagar sobre el futuro del populismo quizás debemos ir más allá del cómputo de escaños y votos y analizar con detalle las causas del malestar ciudadano que alimenta esa oferta política.

El apoyo de la opinión pública a los partidos populistas se explica generalmente con dos tipos de argumentos: los económicos y los culturales. Los primeros se refieren a la inseguridad económica —precariedad laboral, ...

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Este año el tiempo político se mide en elecciones con las que vamos tomando la temperatura al populismo en Europa. A pesar del indudable interés mediático que suscitan sus resultados, para indagar sobre el futuro del populismo quizás debemos ir más allá del cómputo de escaños y votos y analizar con detalle las causas del malestar ciudadano que alimenta esa oferta política.

El apoyo de la opinión pública a los partidos populistas se explica generalmente con dos tipos de argumentos: los económicos y los culturales. Los primeros se refieren a la inseguridad económica —precariedad laboral, desempleo, débil protección social— de quienes se han visto perjudicados por la transición hacia un entorno económico globalizado y posindustrial y se sienten abandonados por los partidos tradicionales.

Otras explicaciones se centran en la reacción de sectores más tradicionales frente a la expansión de los valores liberales y cosmopolitas de las últimas décadas: multiculturalismo, secularización, tolerancia hacia distintas formas de sexualidad y religión, etcétera. En ambas explicaciones el mecanismo es el mismo: la vulnerabilidad y el relativo aislamiento de un grupo respecto a los cambios (económicos o culturales) que suceden a su alrededor.

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¿Es la inseguridad económica más importante que la explicación cultural? Esta pregunta es relevante, pues el margen de maniobra de los políticos para revertir el problema puede ser mayor sobre los aspectos económicos (mercado laboral o políticas de bienestar) que sobre el sistema de valores.

Los politólogos Inglehart y Norris afirman en un estudio reciente que las actitudes culturales parecen tener más peso en el voto populista que la inseguridad económica. El apoyo a los partidos populistas también aparece vinculado a la edad, ser hombre, tener poca educación, pertenecer a una mayoría étnica o ser religioso.

Reflexionar sobre el futuro del populismo requiere complementar el análisis de su oferta política —partidos y éxito electoral— con un análisis más profundo del origen de las demandas ciudadanas que la sostienen. Sobre estas comenzamos a tener algunas pistas. @sandraleon_

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