Mas y la conjura de saqueadores y tesoreros

Justo cuando trata de volver al primer plano de la escena política, aparece Fèlix Millet y le estropea la jugada. En apenas una frase, el ya conocido como saqueador confeso del Palau de la Música,echó ayer sobre Artur Mas y sus pretensiones de continuidad toneladas de hormigón político: “Ferrovial hacía donaciones para que el dinero fuera a Convergència a cambio de obra pública”. Confirmaba así la financiación irregular del partido del que Mas ha sido y sigue siendo máximo responsable, por más que se haya sometido a una operación de cirugía estética y ahora se llame PDECat....

Justo cuando trata de volver al primer plano de la escena política, aparece Fèlix Millet y le estropea la jugada. En apenas una frase, el ya conocido como saqueador confeso del Palau de la Música,echó ayer sobre Artur Mas y sus pretensiones de continuidad toneladas de hormigón político: “Ferrovial hacía donaciones para que el dinero fuera a Convergència a cambio de obra pública”. Confirmaba así la financiación irregular del partido del que Mas ha sido y sigue siendo máximo responsable, por más que se haya sometido a una operación de cirugía estética y ahora se llame PDECat.

El ex presidente de la Generalitat se preparaba para encabezar la candidatura del PDCat en las próximas elecciones autonómicas. Él y su entorno habían llegado a la conclusión de que solo así podían tratar de evitar la catástrofe electoral que todas las encuestas auguran. Partían del supuesto de que, incluso en el caso de que hubiera una sentencia inhabilitadora por la consulta del 9-N, presumiblemente tardaría en ser confirmada por el Supremo. Mas se lanzaría a quemar las últimas naves en el envite. En realidad, al PDCat no le quedan demasiadas salidas ante el abrazo del oso que supone su alianza con ERC en la coalición Junts pel Sí. El oso se dispone a dar el apretón definitivo que deje sin aliento a los antiguos convergentes y ocupar así su puesto como espacio central del catalanismo soberanista. ERC ya ha hecho saber que, en caso de reeditarse Junts pel Sí, debería ser Oriol Junqueras quien encabezara la lista. Y si van por separado, que cada palo aguante su vela.

En esas llega el juicio del caso Palau, con un pacto de los acusados Jordi y Gemma Montull con el fiscal que arrastra a Millet y deja a Mas a los pies de los caballos. Cuando estalló el caso, Mas proclamó en el Parlamento que Convergència no tenía nada que ver con el saqueo. Que no había comisiones ni financiación irregular. Y lo ha venido repitiendo, la última vez hace apenas dos días. El problema es que en los ocho años de instrucción del caso Palau se han abierto otros procesos en los que también se investiga el pago de comisiones a Convergència a cambio de obra pública. Y la suma de los casos abarca el último gobierno de Jordi Pujol, en el que Mas fue nada menos que conseller en cap, y los dos mandatos en los que él mismo fue presidente.

La financiación irregular de un partido no solo supone una apropiación fraudulenta de dinero público. Fomenta también un ejercicio abusivo y poco eficiente del poder, pues no garantiza que las obras se adjudiquen a los más capacitados, sino a los que tienen menos escrúpulos. Y da al partido corrupto una ventaja competitiva que daña a sus adversarios políticos, pues le permite mantenerse y seguir beneficiándose del poder. Mas no va a poder eludir ahora la incómoda evidencia que emerge en sede judicial. ¿Puede la ilusión de la independencia ampararlo todo? ¿Cree Mas que va a poder hacer tabula rasa de lo ocurrido mientras él ocupaba la máxima responsabilidad en el partido y en el Gobierno? ¿O va a sostener, como ha hecho el PP ante sus muchas tramas corruptas, que es víctima de una conjura de saqueadores y tesoreros?