Los árabes son menos árabes de lo esperado

Un emiratí y un mauritano se parecen tanto como un español y un finlandés

Las sombras reflejadas de un grupo de personas caminando por el desierto. Getty Images/EyeEm Getty Images/EyeEm

Algunos estudiosos suelen recordarnos que el mundo árabe es una entelequia creada en el siglo XIX desde las potencias coloniales. A pesar del empeño en una lengua y una cultura comunes, hay tanto parecido (o tanta diferencia) entre un emiratí y un mauritano como entre un español y un finlandés. Ahora, la ciencia ha venido a ratificar esa diversidad. El Proyecto Genográfico de National Geographic, cofinanciado por IBM y la Fundación Waitt, revela que algunos árabes no son tan árabes, pero su huella rebasa sus fronteras.

El estudio tiene por objetivo investigar y mapear las migraciones hu...

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Algunos estudiosos suelen recordarnos que el mundo árabe es una entelequia creada en el siglo XIX desde las potencias coloniales. A pesar del empeño en una lengua y una cultura comunes, hay tanto parecido (o tanta diferencia) entre un emiratí y un mauritano como entre un español y un finlandés. Ahora, la ciencia ha venido a ratificar esa diversidad. El Proyecto Genográfico de National Geographic, cofinanciado por IBM y la Fundación Waitt, revela que algunos árabes no son tan árabes, pero su huella rebasa sus fronteras.

El estudio tiene por objetivo investigar y mapear las migraciones humanas desde la aparición del hombre en África. Para ello viene recogiendo y analizando muestras de ADN, cuyo análisis revela el origen étnico a partir de unas poblaciones de referencia. Ya ha reunido 800.000 participantes de 140 nacionalidades. Cuatro países árabes forman parte de la lista de referencia: Egipto, Líbano, Kuwait y Túnez.

El habitante típico de Egipto, madre del mundo y corazón del mundo árabe, apenas es árabe en un 17%. A pocos sorprenderá que el 68% de sus genes sean norteafricanos, dadas las migraciones desde el continente. Sin embargo, quizá llame la atención que otro 4% lo vincula con la diáspora judía. En el caso de los libaneses, los más diversos de las nacionalidades árabes estudiadas, el peso de esa diáspora es del 14%, pero su arabidad alcanza un 44%, a lo que se suman componentes norteafricanos, de Asia menor, Europa del sur y África oriental. Los más árabes resultan ser los kuwaitíes, con el 84%, y los menos, los tunecinos, cuya composición genética es 88% norteafricana y que tienen más de europeos occidentales (5%) que de árabes (4%).

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Pero las migraciones y, a partir del siglo VII, la expansión del islam también han llevado los genes árabes a otras naciones. Los iraníes, que van de arios y suelen mirar por encima del hombro a sus vecinos del otro lado del golfo Pérsico, tienen el 56% de genes árabes. En España y Portugal, agrupados como ibéricos, esa huella llega a un 9% norteafricano.

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