Cartas al director

No escuchamos

Hablamos en exceso y no escuchamos lo suficiente. Las culturas asiáticas tienden a neutralizar las emociones: no se muestra ni lo que se piensa ni lo que se siente, el comportamiento es frío y controlado, guardando las distancias. Allí lo normal es escuchar más que hablar. Otras culturas, como la nuestra, exteriorizan mucho más las emociones: se muestra verbal y físicamente lo que se piensa y lo que se siente a través de un comportamiento vivo, próximo, empático, espontáneo, tocando a su interlocutor... aquí lo normal es hablar más que escuchar. En este país tenemos la costumbre de afirmar: “L...

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Hablamos en exceso y no escuchamos lo suficiente. Las culturas asiáticas tienden a neutralizar las emociones: no se muestra ni lo que se piensa ni lo que se siente, el comportamiento es frío y controlado, guardando las distancias. Allí lo normal es escuchar más que hablar. Otras culturas, como la nuestra, exteriorizan mucho más las emociones: se muestra verbal y físicamente lo que se piensa y lo que se siente a través de un comportamiento vivo, próximo, empático, espontáneo, tocando a su interlocutor... aquí lo normal es hablar más que escuchar. En este país tenemos la costumbre de afirmar: “Lo que a mí no me gusta, eso no debe ser”. Existe muy poca capacidad de debate, de respeto a los que no piensan igual. No escuchamos, pero que nos escuchen resulta una necesidad. Hay quien entiende esto como una oportunidad para confrontarse, de entablar una discusión con el otro. Tenemos la firme creencia que son los demás los que se equivocan, que nuestras razones son únicas. Lo de la señora viendo a su hijo desfilar: “¡Qué bien lo hace! Es el único que no lleva el paso cambiado”.— Joan Camí Valls.Barcelona.

 

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