Los pilotos de El Al se suben por las nubes una hora extra

La compañía aérea israelí afronta una creativa huelga de celo sobre los privilegios de sus aviadores

Un avión de El Al en el aeropuerto Ben Gurion, en IsraelNIR ELIAS (REUTERS)

El Al, Líneas Aéreas de Israel, es una de las joyas de la corona del Estado judío. Sus ciudadanos prefieren volar en los modernos Boeing de la compañía de bandera, al mando de pilotos que se han curtido en la legendaria Fuerza Aérea y con medidas de seguridad punteras en la aviación comercial internacional.

Prácticamente privatizada desde 2002, El Al ha atravesado en las últimas semanas una zona de turbulencias laborales que parecen estar tocando a su fin co...

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El Al, Líneas Aéreas de Israel, es una de las joyas de la corona del Estado judío. Sus ciudadanos prefieren volar en los modernos Boeing de la compañía de bandera, al mando de pilotos que se han curtido en la legendaria Fuerza Aérea y con medidas de seguridad punteras en la aviación comercial internacional.

Prácticamente privatizada desde 2002, El Al ha atravesado en las últimas semanas una zona de turbulencias laborales que parecen estar tocando a su fin con un compromiso de subida salarial del 7,35% para los 600 miembros de la plantilla de aviadores –que cobran un salario medio mensual de 80.000 shequels (unos 20.000 euros), diez veces más que el sueldo tipo israelí–, a cambio de una mejora de la productividad. Gracias al pago de generosas horas extras hasta un 230% superiores a lo habitual han logrado acumular con los años unos privilegiados haberes.

La dirección de Líneas Áreas de Israel tuvo que lanzar un órdago a los pilotos, juramentados en una huelga encubierta de trabajo a reglamento que ha obligado a la compañía a cancelar vuelos o a contratar aviones chárter, con sus respectivas tripulaciones, para cubrir los trayectos que quedaban desatendidos a causa de la protesta laboral. La empresa aérea española Privilege Style ha sido una de las que más número de vuelos ha efectuado para El Al durante el conflicto.

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Para muchos viajeros de Israel no es lo mismo viajar con los aparatos de la compañía nacional que con los de otra compañía subcontratada. Después del ataque con misiles SA7 (portables en el hombro) en 2002 contra un avión de la aerolínea privada israelí Arkia cuando despegaba del aeropuerto de Mombasa (Kenia), las aeronaves comerciales del Estado judío empezaron a dotarse con medios de protección. Una empresa de Haifa ha desarrollado un sistema con sensores que detectan los ataques de misiles y activan un láser que los intercepta.

Con el paso del tiempo, los comandantes y copilotos de El Al habían logrado imponer el llamado beneficio de los “vuelos partidos”. Por ejemplo, en los trayectos de largo radio a Pekín o Tokio se situaban a los mandos durante el vuelo de ida y regresaban como pasajeros en clase preferente. Y viceversa.

En las negociaciones que se ultiman entre la compañía aérea y el combativo sindicato sionista Histadrut, que hasta 2007 fue la única central que representaba a los trabajadores en Israel, los pilotos deben comprometerse además a dejar de alargar artificialmente la duración de los vuelos para inflar las horas extras. Así, entre los aeropuertos Ben Gurion de Tel Aviv y JFK de Nueva York solían superar en más de una hora la duración ordinaria –11 horas y 30 minutos–, sin tener en consideración los intereses de los pasajeros ni el aumento del gasto en combustible, para poder cobrar la bonificación establecida a partir de las 12 horas ininterrumpidas de vuelo.

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