¡Mamá, quiero por Reyes un perro o un gato!

Muchas veces, tener una mascota se convierte en el estribillo de la canción de un enorme coro navideño, pero hay que ser responsable

Niño con perro en la callegetty.

¡Mamaaaaá! Quiero que los Reyes me traigan un perro, o un gato. Esta letanía infantil podría convertirse en el estribillo de la canción de un enorme coro navideño. Los niños aprovechan uno de los momentos del año en los que más se consume para pedir lo que se les niega el resto del año. Pero si tenemos en cuenta que, según el último estudio de Affinity sobre abandono y adopción de animales en España, en el año 2015 se recogieron en los albergu...

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¡Mamaaaaá! Quiero que los Reyes me traigan un perro, o un gato. Esta letanía infantil podría convertirse en el estribillo de la canción de un enorme coro navideño. Los niños aprovechan uno de los momentos del año en los que más se consume para pedir lo que se les niega el resto del año. Pero si tenemos en cuenta que, según el último estudio de Affinity sobre abandono y adopción de animales en España, en el año 2015 se recogieron en los albergues más de 137.000 perros y gatos y que un 30% de ellos llegaron de la mano de sus propios dueños, conviene reflexionar a fondo sobre la decisión de regalar un animal a nuestro hijo/a por Navidad.

Evitar sorpresas con respecto a la convivencia en casa con un perro o un gato es la clave para asumir el día a día con ellos en casa. Por ello, antes de tomar la decisión de regalar a nuestro hijo/a un animal en Navidad, conviene responder a las siguientes cuestiones con honestidad:

  • ¿La llegada de un animal a casa por Navidad es una decisión consensuada o solo fruto de satisfacer la decisión del niño/a? Cuando un perro, un gato o cualquier otro animal llegan a casa y hay miembros de la familia que no están de acuerdo, es fácil que surjan las desavenencias con respecto a su cuidado y presencia en el hogar. Reproches como: El gato ha destrozado las cortinas o el perro hace sus necesidades por toda la casa y ladra a todas horas se oirán a las primeras de cambio si la decisión de regalar al niño un perro o un gato por Navidad no está basada en la información y la responsabilidad. “Tanto el niño como su familia necesitan conocer cuestiones como que un perro necesita un tiempo de aprendizaje para hacer sus necesidades fuera de casa o que un gato tenderá a afilar sus uñas en cualquier sitio que le resulte cómodo. Aceptar y asumir por parte de toda la familia estas complicaciones de convivencia es fundamental antes de regalar un animal al niño en Navidad”, recomienda Matilde Cubillo, presidenta de la asociación Justicia Animal  y de la Federación de Asociaciones Protectoras de la Comunidad de Madrid (FAPAM).
  • ¿Tengo claro que el niño no siempre se ocupará del cuidado del animal y le tocará hacerlo a los adultos? La llegada de un perro o gato a casa es un momento ideal para implicar a los pequeños en la responsabilidad de cuidar de un ser vivo dependiente. Las idas y venidas al veterinario, los paseos (incluso cuando llueve o hace frío), el cepillado del pelo o los baños son nuevos compromisos que el niño/a dirá que asume. Pero, no nos engañemos, no siempre será así y los adultos tendrán que cubrir esos huecos para velar por el bienestar del animal.
  • ¿Asumimos que un animal resta movilidad? Un gato o un perro, sobre todo los que son de tamaño grande tienen restringido el acceso a determinados lugares públicos y el hecho de viajar con ellos reduce la movilidad de manera considerable. Conviene saberlo y asumirlo antes de regalar un animal al niño en Navidad.
  • ¿Nos comprometemos a cuidar del animal hasta el final? Un perro o un gato son para siempre. No es un objeto que se pueda usar y tirar. Pueden vivir cerca de 20 años, sobre todo los felinos. ¿Estamos dispuestos a asumir su cuidado tantos años?
  • ¿Nos adaptamos a escoger un animal que podamos cuidar y no uno que se nos encapriche? Es posible que el niño, además de plantear como regalo en Navidad a un perro o un gato, también quiera un animal determinado. Pero la elección debe tomarse en función del tiempo disponible y estilo de vida de la familia. Es decir, si el hogar está vacío gran parte del día, no es buena idea tener un perro que precisa tres paseos diarios y mucha compañía. “Lo coherente sería tener un gato que gestiona mejor la soledad y no necesita salir a la calle. También conviene considerar el carácter y necesidades del animal. Si necesita mucha actividad, es nervioso, o por el contrario es más tranquilo y se adapta bien a los niños”, aconseja la experta en protección y bienestar animal, Matilde Cubillo.
  • ¿Consideramos importante hacer entender al niño que un animal no es un regalo cualquiera? Los adultos son el hilo conductor para que el pequeño entienda que decidir tener un perro o un gato en casa es una decisión importante y no se trata de un regalo cualquiera, sino que va a implicar nuevos cambios y responsabilidades en el hogar, en los que los niños también se tienen que implicar. Toda la familia deberá dedicar tiempo, esfuerzo y dinero para atender al animal. Es un buen momento para adoptar y enseñar al niño/a las consecuencias de decidir tener un perro o un gato sin responsabilidad (miles de abandonos al año).

Tras sopesar las anteriores cuestiones, si decide regalar a su hijo/a un perro o un gato en Navidad, puede convertirse en una experiencia muy satisfactoria y una oportunidad única para que el niño/a cultive la responsabilidad y la empatía con su nuevo amigo peludo.

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