Editorial

Lo que se da, se quita

Rita Barberá desafía al PP, mantiene su escaño y pone en aprietos a Rajoy

Rita Barberá.Juan Carlos Cardenas (EFE)

Haciendo honor a su nombre, la exalcaldesa de Valencia ha hecho bueno el dicho popular de “Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita”. Con una enorme falta de responsabilidad política (y de otras muchas cosas), Rita Barberá difundió ayer un comunicado en el que afirmaba que no tenía ninguna intención de dimitir como senadora y que había solicitado su baja en el Partido Popular porque se lo habían pedido. “El escaño es mío”, venía a decir.

Con la máxima osadía, la líder política valenciana explicó su baja en el partido como forma de evitar que “nadie se ampare en mí para responsab...

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Haciendo honor a su nombre, la exalcaldesa de Valencia ha hecho bueno el dicho popular de “Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita”. Con una enorme falta de responsabilidad política (y de otras muchas cosas), Rita Barberá difundió ayer un comunicado en el que afirmaba que no tenía ninguna intención de dimitir como senadora y que había solicitado su baja en el Partido Popular porque se lo habían pedido. “El escaño es mío”, venía a decir.

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Con la máxima osadía, la líder política valenciana explicó su baja en el partido como forma de evitar que “nadie se ampare en mí para responsabilizarme de cualquier perjuicio o para esconder sus resultados políticos y electorales”.

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La actitud de Barberá es un claro desafío a su partido, e incluso un pulso a Mariano Rajoy, que queda en una mala posición con vistas a volver a presentarse a la investidura como presidente del Gobierno en una segunda votación. Todos los intentos del PP por dar una imagen de regeneración política han saltado por los aires en los últimos días. Y está por verse la respuesta que darán sus socios de Ciudadanos ante este nuevo episodio de incapacidad de gestionar los problemas de corrupción entre los populares.

El caso de Rita Barberá es el enésimo del PP en la Comunidad Valenciana. Su encausamiento era algo más que esperado, ya que todos sus concejales (y hasta 49 personas vinculadas a su partido) estaban ya siendo investigadas en el caso Taula por presunto blanqueo de capitales; ella se había quedado fuera por su aforamiento como senadora.

No se puede eximir de responsabilidad al Partido Popular, que sabiendo que la exalcaldesa iba a acabar en los tribunales, decidió mantenerla en la Comisión Permanente del Senado cuando éste se disolvió y cuando ayer mismo iba a tomar posesión en varias comisiones de la Cámara alta. Es lícito defender la presunción de inocencia para todos los ciudadanos, pero empecinarse en proteger a alguien con declaraciones de apoyo y aforamientos acaba pasando factura.

Se da la circunstancia de que Barberá no es senadora por elección directa, sino que forma parte del cupo de designación por las Cortes autonómicas. Por eso es más grave la actitud de la exalcaldesa de negarse a dimitir del Senado con ese aire de persona ofendida, cuando lo que en realidad trata de evitar es ser investigada por la justicia ordinaria.

Ante la actitud de lo que se da no se quita se podría responder lo contrario: que desde el PP o desde las Cortes valencianas se planteara una reprobación en toda regla, para negar la confianza a una persona investigada por presunto blanqueo de capitales. Lo que se da sí se debe quitar, si hay verdadera voluntad de regeneración política. Mientras tanto, el presidente del Gobierno en funciones sigue en silencio, como si la cosa no fuera con él.

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