‘Las normas de la casa de la sidra’ | Directrices paternales

Las 'leyes del harrypaterismo' o esos 'detallitos' que nos ponen de los nervios a los padres primerizos

Michael Caine recomienda paciencia a todos los primerizos

Gracias a estos Harry Paters dominicales, me han escrito decenas de primerizos felices de compartir conmigo su iniciación paternal y sus momentos más patéticos. Muchos coincidimos en un montón de detallitos que nos ponen de los nervios, peores que la ley de Murphy.

Así que aquí están, reformulados como Las leyes del harrypaterismo...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Gracias a estos Harry Paters dominicales, me han escrito decenas de primerizos felices de compartir conmigo su iniciación paternal y sus momentos más patéticos. Muchos coincidimos en un montón de detallitos que nos ponen de los nervios, peores que la ley de Murphy.

Así que aquí están, reformulados como Las leyes del harrypaterismo

  • Cuando hayas conseguido dormir al bebé y te desplaces por la casa con el sigilo de un maestro ninja con el móvil en silencio, el diablo del Correo Comercial atacará a traición con el timbre. O enviará a un mensajero para otro vecino o a un guiri buscando un piso turístico.
  • Las visitas disfrutarán de tu bebé mientras esté tranquilo, hasta que lo despierten o lo exciten tanto que lo dejarán en modalidad Hulk y aprovecharán para esfumarse al momento. Por supuesto, comentando que el suyo sí que se portaba bien porque seguía unas pautas.
  • La basura y la papelera de pañales siempre estarán a rebosar justo cuando tú tengas en la mano el pañal más fétido.
  • Toda la gente que espera el bus/metro y que te ha visto en la parada con el carrito bien visible (aún no hay mantos elficos de invisibilidad para cochecitos), necesitarán entrar primero, como si fueran las rebajas del Corte Inglés.
  • Cuanto más lleno vaya el bus y más largo sea el trayecto, más ganas de llorar tendrá la criatura. Y más altos serán los comentarios de “estos padres de hoy no saben imponerse”.
  • El autobusero siempre parará delante de un árbol, para que tengas que bajar el cochecito en ángulos creativos.
  • En el metro, los guiris, chavales pasotas y vagos en general renunciarán a las fabulosas y gratuitas escaleras mecánicas para provocar saturación en el ascensor. Por supuesto, jamás te dejarán pasar antes con el carrito, y si pueden, machacarán el botón de cerrar las puertas para huir sin vosotros.
  • Los buscadores de Pokémon Go, los amantes del WhatsApp y los cazadores de WiFi gratis avanzarán por la calle sin apartar la vista del móvil y se convertirán en autos de choque humanos para tu cochecito.
  • Todo desconocido que llame “gorda” a tu criatura será mucho más obeso que la media de la población. Pero es de mala educación contestar: “¡Pues anda que usted!”
  • Cuando el bebé llore en el cochecito y tú lo cojas para calmarlo, aparecerá un coro griego que te escupirá con desprecio un “así solo querrá brazos”. Y a veces rematará con “si llora es que tiene hambre”, como si tú no entendieras el idioma bebitero de tu criatura.
  • Cuando más cansado estés, más escalones tendrán las tiendas donde tienes que ir.
  • Cuando hayas escalado con el cochecito a pulso los escalones de la típica tienda/franquicia, descubrirás que tenían otra entrada con rampa (eso sí, muy escondida, para que no se gaste).
  • El día que más lo necesites, tu parque infantil preferido habrá sido usado como pipicán o encuentro de botellón la noche anterior. Si está limpio, entonces le tocará el sol de lleno.

Más información

Archivado En