¿Hacemos demasiadas actividades con los niños?

Estimular a los niños está muy de moda, pero ¿no nos estamos pasando un poco?

Mi hija pequeña, que la semana que viene cumple cinco años, ha ido ya bastantes más veces al cine que yo en toda mi infancia hasta los 12 o 13 años, edad a la que empecé a ir sola con mi hermano o mis amigos. Ha estado en la granja escuela a los dos, a los tres y a los cuatro años. Las mismas que ha ido al circo, más alguna visita al zoo y un par al Parque de Atracciones de Madrid. Ha ido a un concierto, al Planetario, a algún museo, a un par de talleres científicos y a otro de cocina. Ha visto al menos una decena de obras de teatro, entre las que representan en el cole y las que la han llevad...

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Mi hija pequeña, que la semana que viene cumple cinco años, ha ido ya bastantes más veces al cine que yo en toda mi infancia hasta los 12 o 13 años, edad a la que empecé a ir sola con mi hermano o mis amigos. Ha estado en la granja escuela a los dos, a los tres y a los cuatro años. Las mismas que ha ido al circo, más alguna visita al zoo y un par al Parque de Atracciones de Madrid. Ha ido a un concierto, al Planetario, a algún museo, a un par de talleres científicos y a otro de cocina. Ha visto al menos una decena de obras de teatro, entre las que representan en el cole y las que la han llevado fuera. Ha comido en restaurantes y burgers. Por no hablar de los cumpleaños en parques de bolas. Y ya ni cuento todas las actividades culturales o de ocio a las que han ido el de 8 y la de 7.

Estimular a los niños está muy de moda, pero ¿no nos estamos pasando un poco? Y no, no soy yo la única que se vuelve majareta cada vez que ve algo en Internet que ponga "... para niños". A ver si no por qué han surgido como setas webs que recopilan planes infantiles. En San Google, la búsqueda "actividades para niños" devuelve más de 71 millones de resultados, entre planes, museos, visitas, sitios para comer, manualidades y un largo etcétera. Ni siquiera hace falta salir de casa para caer en la sobreestimulación. En nuestra urbanización, todos los niños tienen bici desde los tres años. Para que esta generación entendiera los tebeos de Zipi y Zape, habría que cambiar los vales por un manillar o una rueda por una tableta. Ah, no, que de eso ya tienen también muchos, antes incluso que los padres.

Claro, luego llegan las quejas. "Es que los niños de ahora ya no valoran nada". "Los llevas al cine y encima protestan". "Abren el regalo y ni lo miran", etcétera. ¿Pero cómo van a apreciarlo si les damos y les llevamos antes de que lo pidan?, se pregunta mi yo de la vieja escuela, la que vio Fama y tiene grabado en el cerebro eso de "aquí es donde vais a empezar a sudar". ¿Pero cómo vamos a no darles y a no llevarles? ¿Y si se me quedan atrofiados por falta de estimulación?, se pregunta mi yo moderna, la que se siente culpable porque se han pasado el curso sin apuntarse a ninguna extraescolar mientras los conocidos aprenden violín, robótica o van a kumon.

Y es que aunque parezca lo contrario por el primer párrafo, en realidad pasamos muchas tardes y fines de semana en casa. Sí, sí, los padres apoltronados y los hijos hipnotizados por alguna pantalla, aunque quede fatal decirlo. Como mucho, bajamos al parque o a la piscina. Hasta que me entra el nervio, me domina el yo moderno, y entonces busco en Google "actividades para niños".

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