Niños: ¡prohibido soñar!
PorSandra Astete, especialista en Políticas de Infancia de UNICEF Comité Español. UNICEF presentó ayer su informe anualEstado Mundial de la Infancia, una oportunidad justa para cada niño.
Jhuma Akhter, una niña bangladeshí de 14 años, trabaja por las noches aprovechando la luz exterior de su calle. Retornó a la escuela tras haber comenzado a trabajar como sirvienta a los 8 años. Foto: UNICEF/Ashley Gilbertson.
En pleno siglo XXI debemos hacer frente a una verdad incómoda pero innegable: la desigualdad pone en peligro las vidas de millones de niños y amenaza el futuro de todas las sociedades. También de la nuestra. La inequidad no entiende de fronteras.
Si seguimos actuando de la misma manera y no revertimos la dinámica actual, cuando lleguemos a 2030 habrán muerto 69 millones de niños menores de cinco años. La mayoría por causas evitables. 167 millones de niños aún estarán viviendo en condiciones de pobreza extrema, y 750 millones de mujeres se habrán casado siendo niñas, perpetuando los ciclos de discriminación y pobreza. ¿Vamos a permitir esta situación ética, política y económicamente?
¡No podemos seguir con los brazos cruzados!
Para un niño que no puede ir a la escuela porque tienen que trabajar, incluso soñar está fuera de su alcance. Muhammad Modu tiene 15 años y es de Nigeria. Vive desplazado, no va al colegio y remueve basuras en un vertedero buscando algo que vender. Aunque la enseñanza es gratuita, no tiene el dinero necesario para pagarse la comida, el uniforme o el transporte escolar.
La inequidad pone en peligro la vida de millones de niños y niñas. El país, la comunidad o el sexto con el que vienen al mundo determinarán su futuro. Ellos no escogen dónde nacen ni las circunstancias en las que vivirán, como tampoco deciden arrastrar toda su vida una carga que mermará sus posibilidades de desarrollo futuro y que transmitirán a sus hijos e hijas. La vida da muchas vueltas y nadie está libre de caer en las garras de la pobreza y la exclusión, máxime en un mundo cada vez más asolado por los conflictos y las crisis crónicas.
Es urgente dar una respuesta justa a cada uno de ellos. En nuestras manos está solucionar el problema y garantizar su dignidad y el futuro del planeta. Dos días después de las segundas elecciones generales en siete meses, nuestros políticos no solo deben ponerse de acuerdo para formar gobierno, también deben situar la lucha contra la desigualdad y la pobreza de la infancia en el centro del debate y la acción.
Invertir en los niños más vulnerables y aplicar políticas eficaces que lleguen a los que más lo necesitan produce beneficios tanto a corto como a largo plazo. Un programa de transferencias monetarias respaldado por UNICEF permitió que Jhuma Akhter, una niña de 14 años de Bangladesh, dejara de trabajar y volviera a la escuela. Hoy es la primera de su clase. Cada año de escolarización cuenta. De media, cada curso educativo adicional que recibe un niño aumenta sus ingresos alrededor del 10% en su etapa adulta.
Equidad significa justicia
Las ayudas o prestaciones sociales son mecanismos de protección e instrumentos eficaces para reducir la desigualdad y la privación de los niños. Nuestro informe Estado Mundial de la Infancia, una oportunidad justa para cada niño demuestra que estos recursos son además fundamentales para fortalecer las capacidades de las familias en el cuidado y protección de sus hijos, y para eliminar los obstáculos en el acceso a servicios y el ejercicio de sus derechos. No olvidemos que las desigualdades suponen un lastre para el crecimiento económico.
En este contexto, la educación es un factor clave. Cuando a una niña le garantizamos su derecho a la educación, le brindamos los conocimientos y las herramientas que le permitirán tomar las riendas de su vida. Y con ello, ayudamos a elevar el nivel de vida de su familia y comunidad. Educar a las niñas implica que dispondrán de mejores prácticas para atender su propia salud y la de sus hijos.
Conocemos la solución: compromiso político.
Para los países con mayores recursos, reparar y reforzar la red de ayudas y protección que ha sido dañada por la crisis supone el desafío más inmediato. ¿Cómo abordamos la situación en España? En 2014, la inversión en educación se redujo en 5.000 millones de euros en comparación con 2009, y la destinada a la protección social de los niños y sus familias se recortó en 2.700 millones de euros. De hecho, tal y como reflejan los datos, España es el cuarto país de la UE con más desigualdad infantil en términos de ingresos.
La desigualdad no es inevitable ni insuperable. Es una cuestión de compromiso político, de inversión social y de voluntad colectiva. Los gobiernos deben generar oportunidades para la infancia y adoptar medidas que prioricen la inversión pública en favor de los más vulnerables. Con una adecuada inversión social en el momento oportuno, las niñas y los niños más pobres podrán alcanzar una vida más digna y abrir un horizonte de oportunidades para sus hijos.
Desde UNICEF Comité Español insistimos en alcanzar un Pacto de Estado por la Infancia que incluya un incremento sustancial de la inversión, y que perfile los mecanismos para luchar contra la pobreza infantil, y aplicar la Agenda de Desarrollo Sostenible, estableciendo una hoja de ruta y mecanismos de coordinación.
¡Actuemos contra la desigualdad, actuemos contra la injusticia!