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Los ‘resistoleros’ de Tegucigalpa

Se calcula que sólo en la capital de Honduras hay 3.000 niños que viven en la calle. Muchos de ellos deambulan por plazas y esquinas para conseguir alimento y dinero para comprar el disolvente Resistol que esnifar

'Resistoleros' compartiendo un cigarro. Según Casa Alianza, de cada 100 niños que viven en la calle, 94 han probado al menos dos drogas. A el pegamento le suele acompañar la marihuana, cocaína o 'piedra' (crack).JAVIER ARCENILLAS
Una joven pasea por la calle inhalando pegamento. En la capital de Honduras y otras poblaciones del país es una estampa habitual. Cientos de jóvenes se arrastran con una botella de plástico o una bolsa con el disolvente entre sus manos y pegadas a la nariz.JAVIER ARCENILLAS
La joven Belén Barahona solloza cuando recuerda su situación. Se ha cortado el pelo para pasar por varón y no tener más problemas añadidos a la violencia y dureza de la vida en la calle.JAVIER ARCENILLAS
Algunos jóvenes acogidos en el edificio de Casa Alianza en Tegucigalpa (Honduras) bailan en el salón principal. El objetivo de esta agrupación es la integración por medio de modificar conductas, reforzar la salud y recuperar la vida socialJAVIER ARCENILLAS
Uno de los miembros de Casa Alianza posa frente a un mural elaborado por todos los participantes en las actividades de esta agrupación. El tiempo medio de estancia está en los tres años y la franja de edad a la que se dirigen se sitúa entre los 12 y los 18 años.JAVIER ARCENILLAS
A la adicción a inhalar disolventes le acompaña la pérdida de conciencia y la carencia de autoestima. Muchos de los 'resistoleros' que viven en las calles sufren episodios de violencia y trastornos del sistema nervioso. JAVIER ARCENILLAS
Tres 'resistoleros' se enfrentan en plena calle. Los días de estos jóvenes enganchados al pegamento transcurren entre dos actividades: buscar dinero para conseguir el disolvente y esnifarlo. La lucha por la supervivencia en el día as día genera disputas continuas entre ellos. JAVIER ARCENILLAS
En las calles paralelas a plazas se cuenta el dinero obtenido para comprar un bote de Resistol, cuyo precio gira en torno a las 200 lempiras (8 euros). Con un bote pueden satisfacer su dosis diaria unas cinco personas.JAVIER ARCENILLAS
Dos miembros de Casa Alianza pelean en el comedor de la agrupación. El proceso por el que atraviesan los jóvenes hasta recuperarse pasa por ataques de ira, autolesión o abandono temporal del programa. JAVIER ARCENILLAS
Un chico y una chica juegan ante la comida que les da el centro. Los dos sexos están separados en distintos corredores, aunque la vida allí sea en común. Una de las finalidades de Casa Alianza es favorecer una convivencia respetuosa y ofrecer educación sexual para los adolescentes.JAVIER ARCENILLAS
Un vendedor callejero se asoma a la puerta de la organización. Según José Guadalupe Ruelas, director de Casa Alianza, cerca de un millón de niños en Honduras no accede a la educación secundaria por explotación laboral o falta de plazas. JAVIER ARCENILLAS