La clase obrera se examina en las urnas

Los obreros del metal del astillero de Ferrol acaban su turno a las dos y veinte de la tarde, se abren las puertas y empiezan a salir. En los bares de enfrente, el Dique 2, Los Alpes, Tecla, Izar, hay menú del día a 7,50 euros. Bocata de tortilla, 2,50. No es la salida de la fábrica filmada por los hermanos Lumière a finales del XIX, una masa que se desparramaba en la calle, sino una fila de coches y algunos a pie. Los números no son lo que eran: en Navantia, antigua Bazán y Astano, trabajan hoy 2.100 personas, cuando en los ochenta eran 11.000. Es lo que queda de la clase trabajadora, del mundo obrero, el proletariado puro. Un estereotipo del voto de izquierdas que, sin embargo, tampoco es lo que era en países como Francia o Italia, donde ha virado a la derecha o incluso a la extrema derecha. En la convulsión política y económica que está viviendo España, ¿aún existe el mundo obrero y, si es así, sigue siendo de izquierdas?

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