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Las rubias de Hitchcock

La obsesión del cineasta por las actrices platino empujó a Serge Koster a escribir Las fascinantes rubias de Alfred Hitchcock

"En 'La ventana indiscreta' el fetichismo rubio se despliega apoteósicamente, en el interior de un sistema afectivo y artístico sobre el que Donald Spoto, el documentado biógrafo de Hitchcock, propone una juiciosa aclaración: 'Con su belleza fría y elegante, su pasión interior, su mente despierta (y la sumisión total a su dueño), Grace Kelly era la encarnación de los fantasmas personales y profesionales del cineasta […] la actriz más colaboradora que conoció nunca'. Esto explica sin duda la tranquila euforia que nos invade por entero a lo largo del desarrollo de la historia". "Su ocupación de la pantalla, su perfección ansiogénica, la exhibición de la lencería íntima hacen balbucir al fotógrafo, cuya herida no le impide radiografiar, con una mezcla de éxtasis y de fastidio, los magníficos secretos de esta anatomía que descubre su etérea y última prenda: 'Tu ropa interior que no pesa ni doscientos gramos… ¡Cien gramos!'.
"Fueran cuales fueran los caprichos de Alfred Hitchcock, decepcionado por la deserción de Vera Miles, Novak, lejos de deslucir su colección de rubias (cuya encantadora esbeltez contrasta con su opulencia carnal), la adorna con esa sensación que te invade ante una mujer poco hecha para el gusto de uno y, sin embargo, turbadora. Es extraño que el Maestro no se diera cuenta de la analogía de las situaciones: se esfuerza por modelar a la actriz de acuerdo con su idea del personaje del mismo modo que James Stewart se empeña en recrear 'una mujer a partir de la imagen de una muerta'. Kim Novak cumple su misión: con la ambivalencia de un temperamento en el que la distinción y la animalidad se alían de una manera embriagadora, encarna a la perfección a Madeleine, rubia fría y mortífera, y luego a Judy, pelirroja escultural y espontánea, que une en una misma mirada (en la que se lee el pánico de sentirse sacrificada) a las fuerzas letales del desdoblamiento, de la perdida de sí y de la caída".
"Él quiso inmiscuirse en su intimidad, ella le cerró su corazón y todo lo demás. ¿Hemos vuelto a ver muchas veces más a este raro ejemplar en una pantalla? 'Ex modelo, belleza clásica', anuncia el dossier de prensa, 'rubia de inmensos ojos verdes y con un porte de reina', ¿qué pasó con Tippi Hedren para que todo el mundo conspirara contra ella, empezando por aquellos que la consideraban groseramente sólo un sucedáneo de Grace Kelly?". "Hitch el charlatán, ¿debe ser leído y escuchado literalmente? Esta mezcla de locuacidad, de reticencia. Este dédalo de pistas indicadas con mayor o menor claridad. Estas historias de moños, de bragas, de bragueta, de rubias elegantes y depravadas. La visión de 'Vértigo' ya nos puso en antecedentes: el sexo de la mujer obsesiona al maestro de la cámara. Una hendidura ha de estar abierta o cerrada. Abierta, preferentemente, en la imaginación. Pero querer abrirla en la realidad contra la voluntad de la mujer es pura locura. Esta metáfora marca el principio tanto de 'Los pájaros' como de 'Marnie la ladrona'. Su omnipresencia demuestra que el Maestro cuida a su criatura al mismo tiempo que a sus fantasmas".
"El director sobre 'Con la muerte en los talones': «Es el final más impertinente que he rodado nunca», confiesa Hitchcock, con una pizca de provocación. Satisfecho. Nosotros también. Encumbrado hasta la cima del cine, atento a los ruidos nocturnos de la pareja, todos nosotros viajamos en compañía de la radiante rubia, la actriz con un nombre tres veces divino, Eva Marie Saint, la amante de todos los hombres (Eva).