Cartas al director

Miles de Osamas

Osama Abdul Mohsen, el refugiado pateado por la periodista húngara, ha venido a España, a trabajar como entrenador de fútbol en Getafe, recuperando así la profesión que con éxito desempeñó en su país antes de que comenzaran a caer las bombas. El vídeo de su caída mientras huía con su hijo en brazos y con una bolsa de plástico donde llevaba los resquicios de su vida anterior me hicieron llorar. Hoy me congratulo por él, por este regalo que la vida le ha hecho, gracias —o más bien a pesar— a la zancadilla maldita que se convirtió en viral y que dio la vuelta al mundo. Pero no puedo evitar pensar...

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Osama Abdul Mohsen, el refugiado pateado por la periodista húngara, ha venido a España, a trabajar como entrenador de fútbol en Getafe, recuperando así la profesión que con éxito desempeñó en su país antes de que comenzaran a caer las bombas. El vídeo de su caída mientras huía con su hijo en brazos y con una bolsa de plástico donde llevaba los resquicios de su vida anterior me hicieron llorar. Hoy me congratulo por él, por este regalo que la vida le ha hecho, gracias —o más bien a pesar— a la zancadilla maldita que se convirtió en viral y que dio la vuelta al mundo. Pero no puedo evitar pensar en los miles de Osamas cuya zancadilla no fue filmada por las televisiones, cuyo agresor no fue despedido ni públicamente humillado, cuya vida ha quedado truncada por las bombas y por la crueldad humana. Si fuera religiosa rezaría una oración por ellos; como no lo soy, solo me queda denunciarlo, confiando en que algún día vivamos en un mundo un poco más justo.— Ana Isabel González González.

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