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Las chabolas de los Vargas

El poblado resiste en los terrenos de la Operación Chamartín. El nuevo Ayuntamiento afirma que no tirará las infraviviendas

María Antonia Navarro Vargas prepara unas lentejas en la hornilla de su chabola con su hijo en brazos. "Se llama Cristiano, igual que Ronaldo".Kike Para
Los alrededores del poblado están llenos de desechos y basura. Las familias aseguran que viven de las ayudas sociales y del dinero que sacan de vender chatarra. "No vendemos drogas ni somos camellos", defiende el patriarca.Kike Para
La abuela Antonia Saavedra, primera de las cuatro generaciones que conviven en el poblado, delante de su casa. Anda con ayuda de una muleta.Kike Para
Mercedes Cortés Vargas friega el suelo de una de las chabolas del núcleo del número 61 de la calle Antonio Cabezón. "Sácame guapa a ver si me hago modelo", bromea.Kike Para
Sobre las chabolas del poblado, que comparte explanada con muebles viejos y chatarras, pesa una orden de demolición desde septiembre de 2009.Kike Para
Al fondo de la imagen, María José Vargas, que vive con sus tres hijos. Los mayores "están echando currículos para buscar trabajo", cuenta. En primer término, Yoli Navarro Vargas.
El poblado está rodeado de naves industriales y caminos de polvo.Kike Para