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La desesperación como pasaporte

En su búsqueda de un futuro digno, los inmigrantes recurren a argucias para burlar la vigilancia fronteriza que sorprenden por lo insólitas que son y por el peligro que entrañan

Momento en el que un inmigrante subsahariano, que trataba de entrar en Melilla escondido bajo los asientos delanteros de un coche, es descubierto por agentes fronterizos en 2013.Guardia Civil
La Guardia Civil de Melilla encontró en julio de 2014 a dos inmigrantes de origen subsahariano en el interior de una moto acuática. El vehículo se dirigía hacia una boya mar adentro. El conductor, un hombre presuntamente de origen magrebí, huyó al vecino puerto marroquí de Beni-Enzar, donde dejó abandonada la moto acuática entre las escolleras. Los guardias civiles escucharon gritos desde el interior de la moto y hallaron a los dos subsaharianos.Guardia Civil
Un inmigrante fue detenido después de que agentes de la Guardia Civil sospecharan del asiento del copiloto mientras registraban un coche en la frontera de Melilla. En el momento de su detención, este subsahariano indocumentado tenía 20 años y aseguraba proceder de Guinea Conakry.Guardia Civil
La Policía Nacional interceptó a este inmigrante argelino de 48 años que trató de entrar en España agazapado junto a las hélices de un ferry. Había zarpado del puerto de Tánger (Marruecos), rumbo a Tarifa (Cádiz). Viajaba escondido sobre el patín derecho del buque. Su intención era lanzarse al agua a su llegada a España y nadar hasta alcanzar la orilla.Guardia Civil
Dos inmigrantes se agarran a un flotador al ser rescatados por Salvamento Marítimo, en el Estrecho de Gibraltar. Las condiciones de las pateras y cayucos que emplean los indocumentados para tratar de cruzar la frontera son precarias. En ocasiones, llegan a emplear balsas hinchables. Muchas naufragan.Marcos Moreno (AP)
Dos inmigrantes en el doble fondo de un vehículo que intentaba entrar en Melilla en 2009. Las fuerzas de seguridad sospechan que pagaron entre 2.000 y 3.000 euros a una banda organziada especializada en introducir a indocumentados en España.Delegación del Gobierno de Melilla
“Je m'appelle Abou” (me llamo Abou), dijo en francés a los agentes el pequeño de ocho años que se acurrucaba en el interior de la maleta. Estaba asustado. Originario de Costa de Marfil, no conocía de nada a la mujer que portaba la maleta, a la que se sospecha que habían pagado para pasarla por la frontera, a través del paso de El Tarajal. No tenía respiraderos. Pese a todo, el pequeño, que apenas podía hablar, no presentaba síntomas de asfixia. Le atendieron sanitarios de la Cruz Roja. Su padre fue detenido poco después en la aduana.EFE