Merkel te escucha, pero no se mete en líos

La canciller alemana actúa como una reina madre. Su popularidad indica que acierta

Angela Merkel quiere mostrar a los alemanes que se preocupa por sus problemas. La canciller y todos sus ministros han iniciado una ronda de contactos con estudiantes, asalariados y otros colectivos que caben en la etiqueta de gente normal. Tras escucharlos, se analizarán sus inquietudes para tratar de darles respuesta. Se estrenó el pasado lunes: en un centro cultural de Berlín, 60 ciudadanos le expusieron sus preocupaciones en torno a las pensiones, la educación o la sanidad. Ella estuvo cercana y amable. ¿El problema? Que tras 90 minutos de esta especie de ...

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Angela Merkel quiere mostrar a los alemanes que se preocupa por sus problemas. La canciller y todos sus ministros han iniciado una ronda de contactos con estudiantes, asalariados y otros colectivos que caben en la etiqueta de gente normal. Tras escucharlos, se analizarán sus inquietudes para tratar de darles respuesta. Se estrenó el pasado lunes: en un centro cultural de Berlín, 60 ciudadanos le expusieron sus preocupaciones en torno a las pensiones, la educación o la sanidad. Ella estuvo cercana y amable. ¿El problema? Que tras 90 minutos de esta especie de Aló cancillerse hace difícil recordar una toma de posición clara sobre un asunto conflictivo.

El eslogan buena vida preside esta iniciativa de diálogo ciudadano. Son temas que también se abordarán en el G-7 de mañana, en el que Merkel ejercerá como anfitriona. Con los líderes mundiales hablará de Grecia, Ucrania y otros temas calientes. En casa, cuando las preguntas se ponen feas, calla.

¿Mintió a los alemanes en plena campaña electoral, cuando anunció un inexistente acuerdo de no espionaje con EE UU? “Todos en mi Gobierno actuamos de buena fe”, responde una y otra vez. ¿Debe dimitir Joseph Blatter? “Hay que combatir la corrupción”, se limitaba a decir la semana pasada, mientras, a su lado, el primer ministro británico, David Cameron, exigía la marcha del suizo “cuanto antes, mejor”. Solo cuando la caída de Blatter era ya un hecho, la canciller tildó la dimisión de “buena noticia”.

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Merkel tiene perfectamente aprendido el guion. Deja hacer a sus ministros, consciente de que si se equivocan pagarán el precio, y que si aciertan será ella la gran beneficiada. Las encuestas muestran que esta actitud de reina madre funciona. Tras 10 años en el Gobierno, la mujer más poderosa de Europa —y quizás, con permiso de Hillary Clinton, del mundo— conoce mejor que nadie el valor de guardar silencio. Los innumerables cadáveres políticos que ha dejado por el camino saben que no conviene infravalorarla. Tan solo sería deseable que tomara la iniciativa más a menudo. Aunque supusiera un riesgo.

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