Se lleva el estampado Big Mac

La cadena McDonald's lanza una línea de ropa ‘pop art’ con fines benéficos para mejorar su imagen

McDonald’s ha lanzado su propia colección de ropa.

Contemplaron (probablemente atónitos) cómo su famosísimo logotipo se convertía en un objeto de lujo a manos de Moschino. El director creativo de la casa italiana, Jeremy Scott, estampó y reformuló el pasado otoño su famosa M en bolsos, sudaderas y fundas de móvil sobre un obvio fondo rojo y a amarillo. Las prendas gozaron de tal éxito que se agotaron en cuestión de semanas y devolvieron a la marca a la primera división de la industria tras años de decadencia. Ahora McDonald’s ha decidido rentabilizar esa fiebre por...

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Contemplaron (probablemente atónitos) cómo su famosísimo logotipo se convertía en un objeto de lujo a manos de Moschino. El director creativo de la casa italiana, Jeremy Scott, estampó y reformuló el pasado otoño su famosa M en bolsos, sudaderas y fundas de móvil sobre un obvio fondo rojo y a amarillo. Las prendas gozaron de tal éxito que se agotaron en cuestión de semanas y devolvieron a la marca a la primera división de la industria tras años de decadencia. Ahora McDonald’s ha decidido rentabilizar esa fiebre por el pop art (en su vertiente más obvia) que se extiende por tiendas de alta gama y firmas prestigiosas y ha lanzado su propia colección de ropa.

Aprovechando su campaña actual, Lovin’ it 24, el imperio de la comida rápida empezó a comercializar hace pocos días sudaderas, edredones, chubasqueros, mallas, botas de agua e incluso gabardinas para perros. El diseño, como cabía esperar, es altamente corporativo pero, curiosamente, muy acorde con las tendencias actuales. Nada de logos, de la cara de Ronald o del nombre de la marca impreso en el frontal. En su lugar, han decido adornar las piezas con un estampado de Big Mac sobre fondo blanco. Entre el pijama, el disfraz y la vestimenta conceptual, la indumentaria del gigante de las hamburguesas haría las delicias de Katy Perry, Rita Ora, o, como apuntan en la revista Dazed, de medios vanguardistas como el neoyorquino Dis Magazine. Con precios que oscilan entre los 30 y los 60 euros, por ahora esta nueva aventura de McDonald’s sólo se vende en Suecia. Los beneficios irán destinados a su fundación House Charities, que fomenta el desarrollo de familias en zonas empobrecidas.

Pero lo que busca la compañía no es el negocio lucrativo, sino el lavado de cara en términos de imagen tras décadas siendo la opción pobre, masiva y desprestigiada de la gastronomía diaria. Sólo en Estados Unidos, su facturación cayó un 4% el mes de febrero. “Nuestra meta es convertirnos en una opción real, en una empresa de hamburguesas moderna y progresiva”, declaró la compañía en un comunicado. La moda, más si comulga con las tendencias callejeras de vanguardia, es una de las rutas elegidas para pasar de ser el comodín a erigirse como el punto de encuentro de jóvenes urbanos y hambrientos.

Pero McDonald’s no es el único que ha optado por el diseño para emprender un lavado de imagen y repuntar ventas. Hace pocas semanas, el holding japonés Seven & I, cuyo mayor activo es la cadena de supermercados Seven Eleven, anunció que Jean Paul Gaultier realizaría para ellos al menos dos colecciones dentro de su enseña de moda asequible Sept Premiéres. El francés vuelve así al prêt-à-porter de la mano de una enseña masiva, con precios bajos y puntos de venta en los centros comerciales más concurridos del país nipón. La idea de este conglomerado japonés es teñir con el aura del lujo francés todos sus proyectos populares, Seven Eleven incluido.

Custo Barcelona firmó un contrato de colaboración con la cadena de supermercados Lidl.

Algo similar ocurrió hace unos meses en España cuando la marca catalana Custo Barcelona firmó un contrato de colaboración con la cadena de supermercados Lidl. Calificada por la propia firma como “moda fácil” se creó una colección cápsula basada en las camisetas blancas y los famosos figurines estampados de la casa barcelonesa. La acogida resultó ser bastante polémica, dado que muchos criticaron la unión de la firma con algo tan popular como un supermercado. Sin embargo, estas extrañas sinergias, si se hacen bien, pueden ser ventajosas por ambas partes. Ahí está la cadena americana Target. Sus locales venden absolutamente de todo; de electrodomésticos a comida, muebles y, desde hace algunos años, colecciones perpetradas por un diseñador famoso. Las líneas de Proenza Schouler, Peter Pilotto y ahora Lilly Pulitzer han generado tanto eco como las míticas colaboraciones de H&M con modistos de renombre.

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