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Filipinas o la resiliencia

Tras el paso del tifón Haiyan, los habitantes de Tacloban aprenden a reducir los riesgos de los futuros desastres naturales

Copas de palmeras arrasadas de cuajo por el viento a las orillas del océano Pacífico en la isla Samar, situada al oeste de Filpinas.Ángeles Lucas
Cerca de 3.000 cruces blancas clavadas en un descampado de Tacloban (Filipinas) recuerdan a los fallecidos que han sido identificados en la localidad, donde murieron 2.670 personas de las 6.200 víctimas que dejó el paso del tifón Haiyán en todo el país. Rubén, Catalina, Fedelina, Antonio, Hilaria… Son algunos de los nombres escritos sobre las maderas de las cruces. Después de tres siglos de colonización española, la herencia permanece viva en la onomástica.Ángeles Lucas
Una de las 3.000 cruces clavadas en un descampado de Tacloban (Filipinas) que recuerdan a los fallecidos que han podido ser identificados tras el paso del tifón Haiyán por la localidad, donde todavía quedan 700 desaparecidos.Ángeles Lucas
La proa del barco Eva Joceline encallado en las orillas de Tacloban (Filipinas) tras el tsunami que asoló la localidad en 2014 con el paso del tifón Haiyán. Los filipinos han vuelto a reconstruir sus casas con maderas, chapas y escombros a las orillas del océano, en una zona prohibida por el Gobierno del país.Ángeles Lucas
Un joven cruza con una bicicleta frente a un muro con las palabras "hay esperanza" escritas frente a la proa de un barco encallado en Tacloban (Filipinas), donde las personas han vuelto a reconstruir chabolas tras el paso del tifón Haiyán. La comunidad internacional destaca que la población filipina tiene una gran capacidad de resiliencia, es decir, que asume con flexibilidad situaciones límite y se sobrepone a ellas.Ángeles Lucas
Un grupo de niños y jóvenes juega al baloncesto en Tacloban (Filipinas) en una zona que quedó inundada tras el paso del tifón Haiyán.Ángeles Lucas
Un grupo de niños y jóvenes recoge agua de un pozo instalado a las orillas de la localidad filipina de Tacloban, en una zona arrasada por un tsunami con el paso del tifón Haiyán en noviembre de 2013.Ángeles Lucas
Filipinos en un autobús sin ventanas en el sur de la isla Samar, por donde ha pasado tanto el tifón Haiyán, en noviembre de 2013, como la tormenta Hagupit el pasado diciembre, que alcanzó los 140 kilómetros por hora.Ángeles Lucas
Un grupo de niñas uniformadas acuden al colegio en un moto-carro en la isla de Samar. En Filipinas la educación es pública.Ángeles Lucas
Evelina Somo-Oc, que perdió a su hijo por el paso del tifón Haiyán en Tacloban, señala al cielo desde un lugar rehabilitado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura en colaboración con la Comisión Europea para enseñar métodos de pesca sostenible en la isla Samar.Ángeles Lucas
Un grupo de jóvenes durante la clase de costura en un centro escolar de la isla de Samar, en Filipinas. Los menores han aprendido en el colegio las técnicas de evacuación en caso de desastres naturales y han realizado simulacros para saber cómo actuar.Ángeles Lucas
Un hombre lava su barca en el sur de la isla Samar, por donde han pasado el tifón Haiyán y la tormenta Hagupit.Ángeles Lucas
Un grupo de hombres viaja en camioneta por la isla Samar, en la zona cero de la tormenta Hagupit, que dejó 18 fallecidos el pasado diciembre de 2014 en Filipinas.Ángeles Lucas