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‘Undercity’, la pobreza en Madrid

Muchas personas se ven obligadas a vivir en la calle, aprovechan infraestructuras urbanas, materiales de desecho y donaciones para hacer sus casas

Juan vive en un parque al sur de la Comunidad de Madrid. Es un lugar ocupado por los vecinos de la zona, jóvenes y gente sin hogar, en el que tienen parcelas de cultivo, biblioteca, zonas recreativas, chabolas... Juan ha construido la cabaña con sus propias manos, con sobrantes de obras y materiales desechados que ha ido recogiendo. Participa en programas de reinserción social y laboral.
Las estructuras de los puentes son muy utilizadas por personas sin recursos, suelen estar apartados de núcleos urbanos y la propia estructura les protege del viento, el frío o la lluvia. En la imagen, una cama improvisada bajo un puente de la Red de Carreteras de la Comunidad de Madrid.
Valeria vive bajo un puente junto con otras tres personas. Utilizan las vigas de soporte del puente para adecuar sus camas, tienen un sistema artesanal para el aseo diario y utilizan algunos recursos sociales para salir adelante.
Algunas personas se instalan en parques, dónde encuentran entornos más saludables y relativamente seguros. Mientras cuiden y respeten el entorno, algunos no encuentran oposición de los vecinos y consiguen estancias muy dignas, ordenadas e impolutas, incluso con detalles puramente ornamentales.
Carmen y Manuel viven en un parque a las afueras de Móstoles, tienen tiendas de campaña, cocina, estufa de gas y televisión. No pueden permitirse pagar un piso con las ayudas que reciben. Su conducta es ejemplar y afirman no haber tenido ningún problema con los vecinos de la zona. A pocos metros, una pareja marroquí vive en una pequeña carpa.
Isabel acaba de ser localizada viviendo en pleno centro urbano de un municipio de la Comunidad. Es una española de unos cuarenta años, ahora mismo esta en proceso de captación y diagnóstico por parte de los educadores sociales.
El Ejército dona material de campaña y otros útiles para causas sociales. En la imagen, Eva recibe un saco militar. Al tratarse de un objeto técnico militar, necesariamente debe firmar un papel manifestando al educador que lo usará para su fin lógico y no lo transferirá a ninguna otra persona.
Isabel no dispone de ninguna estructura que le proteja de la intemperie. Cuando llueve se acuesta en la cama con sus dos perritas y se protege con un plástico grueso con el que se cubre todo el cuerpo.
Algunas personas acceden a fábricas, naves o casas abandonadas para vivir. Normalmente, ilegalmente. Oros llegan a un acuerdo con los propietarios para vigilar el lugar a cambio de la estancia. En la imagen, detalle de objetos personales en el interior de una fábrica de barnices abandonada, vigilada y utilizada como vivienda por dos hombres españoles.
Cristian trabajaba en la construcción hasta que su patrón se jubiló y llegó la crisis del sector. Lleva ocho años en la calle, vive en una chabola tras las naves de un polígono industrial al sur de la Comunidad de Madrid. Convive con otros tres hombres de distintas nacionalidades y unos 12 gatos, que le protegen de las ratas.
Andrea vive con su compañero en una pequeña carpa bajo los árboles de un parque al oeste de la Comunidad de Madrid. Sus paredes son mantas, telas, plásticos y ropa. Al ser extranjeros les es más difícil acceder a ayudas o programas de reinserción. Sobreviven con muy poco y a su alrededor acaban amontonándose multitud de objetos obsoletos.
Muchas personas sin hogar y excluidas tienen familias en sus países de origen que ignoran su situación. El desconocimiento del idioma y la falta de habilidades sociales hace muy difícil tratar y ayudar a determinados grupos, como los inmigrantes. El consentimiento para recibir ayuda es fundamental para el éxito de los programas sociales de reinserción.
Julián vive en un descampado dentro de tubos de hormigón, sobrantes de una obra de tren paralizada. Tapando una de los lados consigue habitáculos bastante aislados aunque su forma solo le permite introducirse tumbado, los utiliza para dormir.
Muchas personas han vuelto a la autogestión, cultivan sus huertos y tienen sus pequeños corrales. En la imagen, gallinas picoteando frente a una chabola en un parque al sur de la región.
La exclusión social afecta también a los niños y jóvenes, el absentismo escolar y la falta de motivaciones y objetivos llevan a muchos niños a carecer de oportunidades para su inclusión. En la imagen, un adolescente en la calle de un poblado chabolista un día laboral en horario escolar.