Cartas al director

Abramos los ojos

El ébola es una enfermedad infecciosa muy grave y resulta preocupante saber que, a pesar de haberse registrado 5.689 fallecidos en África (hasta el 23 de noviembre de 2014), la cifra comprometida en la lucha contra el ébola en España (17,3 millones de euros) es 10 veces más alta de la que el Gobierno ha invertido hasta ahora en las operaciones que se desarrollan en África Occidental (1,6 millones de euros).

Para cualquier persona dotada de un mínimo sentido humanitario, esta diferencia es una barbaridad. En España solamente tres personas han sido realmente infectadas con este virus. Si...

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El ébola es una enfermedad infecciosa muy grave y resulta preocupante saber que, a pesar de haberse registrado 5.689 fallecidos en África (hasta el 23 de noviembre de 2014), la cifra comprometida en la lucha contra el ébola en España (17,3 millones de euros) es 10 veces más alta de la que el Gobierno ha invertido hasta ahora en las operaciones que se desarrollan en África Occidental (1,6 millones de euros).

Para cualquier persona dotada de un mínimo sentido humanitario, esta diferencia es una barbaridad. En España solamente tres personas han sido realmente infectadas con este virus. Si ahora les digo que para tratar a estos tres enfermos se han utilizado 3,2 millones de euros mientras que, como decíamos más arriba, a pesar de que se hayan previsto destinar 9,5 millones de euros para combatir contra el ébola en África Occidental, la verdad es que solo 1,6 millones de euros han llegado a ser desembolsados hasta ahora. ¿Con qué cara se quedan? Esta desproporción también se produce en otros países y genera, según ha dicho Gonzalo Fanjul, responsable del informe presentado en Madrid por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), la impresión de que la comunidad internacional hace un esfuerzo mucho mayor en atajar el ébola dentro de sus países que fuera de ellos. Razones suficientes para darle unas cuantas vueltas al tema y reaccionar al respecto. Los afectados por el virus en África no tienen la culpa de vivir en un país subdesarrollado y ¡qué menos que nosotros ayudemos algo más para superar esta crisis.— Elena González Aranegui. 

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