Grandes películas en pequeñas pantallas
Echo la vista atrás y aún recuerdo mi época de estudiante en la ciudad de León, en un piso compartido —sin calefacción, sin televisión, sin tantas cosas— y hay algo que nunca he olvidado: los ciclos de cine que emitía TVE (los veíamos en un bar). A ella debo en parte mi afición por él (también al crítico de este diario, Ángel Fernández-Santos). Con esfuerzo, porque la economía no estaba para tirar cohetes, a veces te permitías el lujo de ver en una gran sala películas que se quedaban grabadas en la retina para siempre.
Han pasado casi 30 años y hoy veo que cada seis meses una iniciativa...
Echo la vista atrás y aún recuerdo mi época de estudiante en la ciudad de León, en un piso compartido —sin calefacción, sin televisión, sin tantas cosas— y hay algo que nunca he olvidado: los ciclos de cine que emitía TVE (los veíamos en un bar). A ella debo en parte mi afición por él (también al crítico de este diario, Ángel Fernández-Santos). Con esfuerzo, porque la economía no estaba para tirar cohetes, a veces te permitías el lujo de ver en una gran sala películas que se quedaban grabadas en la retina para siempre.
Han pasado casi 30 años y hoy veo que cada seis meses una iniciativa pretende atraer con precios bajos nuevos espectadores a las salas, pero no hay forma de ver en pantalla grande otro tipo de cine que no sea el impuesto por las grandes productoras y distribuidoras; el cine de autor, de grandes o pequeños festivales, ha desaparecido para el espectador (salvo para profesionales o privilegiados de esas ciudades con festival propio).
Hoy, sobre todo desde La 2, aún podemos disfrutar en la pequeña pantalla de grandes películas. No se trata de hacer un recuento de lo que ha emitido TVE a lo largo de este año, pero me vienen a la mente Incendies o Nader y Simin, una separación, y a mi juicio hay en ellas más emoción y amor al cine que en la mayoría de las programadas en grandes salas. Desde estas líneas quisiera simplemente agradecer todo lo que TVE ha hecho por el cine en estos años, pero también pedir que no abandone sino que impulse su política de ofrecernos lo mejor del séptimo arte.— José Vicente Rodríguez Conejo.