Construir lo que sabremos cuidar
FOTO: Iwan Baan
La autoconstrucción dirigida y organizada está cambiando el sentido de algunas de las arquitecturas africanas más sobresalientes. Lo más notable de estos edificios es su sencillez: el realismo de sus propuestas, lo necesario de su aportación y la naturalidad con la que se asume una manera de construir sostenible.
Donde hay mucho por hacer porque poco ha permanecido es fundamental que lo poco construido sea ejemplar. El nuevo Centro Médico levantado por el ...
FOTO: Iwan Baan
La autoconstrucción dirigida y organizada está cambiando el sentido de algunas de las arquitecturas africanas más sobresalientes. Lo más notable de estos edificios es su sencillez: el realismo de sus propuestas, lo necesario de su aportación y la naturalidad con la que se asume una manera de construir sostenible.
Donde hay mucho por hacer porque poco ha permanecido es fundamental que lo poco construido sea ejemplar. El nuevo Centro Médico levantado por el equipo de Diébédo Francis Kéré que se acaba de terminar en Léo, al sur de Ouagadougou, la capital de Burkina Faso, tiene esa intención. Más allá de servir como instalación sanitaria, el centro debe servir como modelo constructivo y tiene muchas posibilidades de funcionar. ¿Por qué? Porque está levantado por muchos de los que serán sus futuros usuarios.
Leo tiene 50.000 habitantes. Y, para poder atenderlos, el edificio, cuenta con diez módulos iguales pero ubicados en diversos ángulos. Se consiguen así espacios variados con un mismo elemento. El inmueble ha sido levantado por la organización alemana Operieren in Afrika. Dicha entidad tiene, para la ciudad, planes de futuro muy serios: becas para formar médicos y enfermeros y la voluntad de instruir, también, a constructores de la zona. El estudio de Kéré ha formado a los operarios que han levantado la clínica. Concluido el trabajo, éstos han mejorado sus empleos (explican desde la oficina del arquitecto).
Al bajo coste (ladrillos cocidos al sol, ya que el país tiene muy pocos árboles y, por lo tanto, poca leña para usar como combustible) se unen medidas bioclimáticas: esos ladrillos protegen de los 45 grados al sol que se sufren en la zona. Celosías y amplias cubiertas levantadas protegen también de ese sol y de las tormentas de verano al tiempo que dejan pasar el aire y sirven también para la recolección de agua (en Léo solo llueve durante tres meses). Finalmente, los obreros han aprendido a instalar un sistema de reutilización de aguas grises. Así, costumbres locales, organización y lógica conforman una nueva arquitectura de sofisticados resultados alcanzados con sistemas sencillos.