Para María Antonia Iglesias
Para empezar, mi querida Maria Antonia, decirte que te debo, sencillamente, la más estimulante época de mi vida profesional. A tu lado sentí, y sé que no fui la única, que la lucha, la entrega, eran imprescindibles para lograr el resultado que exigías.
Necesitabas respetar a la gente que tenías a tu lado, aunque no siempre dabas una segunda oportunidad. Por eso, a veces, resultabas injusta.
Tu genio, para mí valioso, me hizo aprender. Las polémicas que suscitabas jamás restaron un ápice de tu talento profesional. Ahí están tus entrevistas insuperables, tus libros, tus artículos, ...
Para empezar, mi querida Maria Antonia, decirte que te debo, sencillamente, la más estimulante época de mi vida profesional. A tu lado sentí, y sé que no fui la única, que la lucha, la entrega, eran imprescindibles para lograr el resultado que exigías.
Necesitabas respetar a la gente que tenías a tu lado, aunque no siempre dabas una segunda oportunidad. Por eso, a veces, resultabas injusta.
Tu genio, para mí valioso, me hizo aprender. Las polémicas que suscitabas jamás restaron un ápice de tu talento profesional. Ahí están tus entrevistas insuperables, tus libros, tus artículos, tus Informes semanales que viví contigo.
Muchos te defendimos, te quisimos, te queremos y nos duele tu definitiva ausencia, bastante más de lo que nos dolió, a veces, tu presencia.
No tengo la menor duda de que tu fuerza, tu forma de vivir y hacer vivir el periodismo, tendrán que seguir siendo una seña de identidad de lo mejor de este oficio en transformación, sea cual sea su futuro.— María Carmen García Vela.