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El peligroso camino al ‘sueño americano’

Miles de inmigrantes se juegan la vida en La Bestia para llegar a Estados Unidos. El albergue La 78 les cobija en el camino. Por PEP COMPANYS

Desde Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, familias completas están huyendo de sus hogares. Ya no se trata de migrantes, sino de desplazados que transitan por México, rumbo a Estados Unidos. Estamos pues frente a un fenómeno de expulsión forzada donde los actores dejaron de migrar por motivos tradicionales en busca de mejores oportunidades laborales o la reunificación familiar ante el recrudecimiento generalizado de la violencia en la región centroamericana. Los informes muestra que en la ruta hay diferentes actores: los hombres y mujeres solos que continúan siendo mayoría, seguidos de un incremento considerable de menores no acompañados de entre 14 a 18 años y una cantidad inusitada de mujeres con niños de entre cero y 12 años. También vemos a grupos étnicos como los Garifunas, procedentes del Caribe centroamericano que tradicionalmente eran una franca minoría en la ruta migratoria y ahora se mueven en grupos de 50 a 100 personas de una comunidad entera.Pep Companys
A partir del último trimestre del año 2013 algo diferente se gestaba en los flujos migratorios centroamericanos en su tránsito por México. Se produjo un incremento sustancial del tráfico en la ruta migratoria que fue muy notorio a partir de febrero de este año y se convirtió en verdadera avalancha en los meses de abril y mayo y lo que va de julio. Pero no solo hay un incremento de volumen de personas, se aprecia un cambio cualitativo en el ánimo de los migrantes: se observa un verdadero estado de emergencia que excluye las consideraciones del tamaño del peligro y del nivel de sacrificio físico y personal que implica su travesía por México. Es una población en movimiento con un nivel de desesperación que los apremia, sin importar consecuencias ni tragedias. No tienen más remedio que huir. En la imagen los muros del casa Albergue la 72 con diferentes fotografías que reflejan este fenómeno migratorio.Pep Companys
Un promedio de 200 personas migrantes son atendidas diariamente en el albergue La 72 de Tenosique (Tabasco), que lleva este nombre como homenaje a los 72 migrantes asesinados en Tamaulipas en 2010. Allí, los emigrantes pueden descansar del largo trayecto de sus países de origen y recuperar fuerzas en un lugar seguro, lejos del crimen organizado. Quienes llegan de Centroamérica, que han entrado por Guatemala y caminan varias horas soportando el calor que por esta región excede los 40 grados, llegan a menudo sin dinero por causa de 'polleros' (guías que cobran por llevar de un sitio a otro por rutas seguras), extorsión por autoridades mexicanas, o ladrones, otros con los pies ampollados, con hambre, sed, desvelo, cansancio... También se les informa sobre los peligros de la ruta migratoria por México y se les da información sobre derechos humanos y legales. En la imagen, migrantes centroamericanos recuperando fuerzas a base de tortilla, arroz y frijoles.Pep Companys
En los primeros cinco meses del año, un total de 6.192 personas fueron atendidas en La 72 de Tenosique, Tabasco. De ellas, un millar fueron mujeres con niños y 800, menores no acompañados. El año pasado era difícil ver más de 50 mujeres un mismo día en la ruta del tren en el tramo entre Arriaga (Chiapas) e Ixtepec (Oaxaca). Hoy día se pueden observar grupos hasta de 250 en su mayoría con hijos pequeños. En la imagen madre e hija, hondureñas, fotografiadas en el albergue La 72.Pep Companys
Más de 400.000 personas, en su mayoría de origen centroamericano, cruzan anualmente la frontera sur de México en busca de mejores oportunidades laborales o huyendo de contextos de pobreza y violencia. Los migrantes atraviesan el territorio mexicano enfrentándose, en muchas ocasiones, a un viaje muy difícil y lleno de riesgos. Afrontan secuestros, extorsiones, trata de personas, violaciones y homicidios por parte de pandillas centroamericanas, bandidos, secuestradores y funcionarios corruptos. En la imagen, migrantes centroamericanos observan un mural pintado en la pared del albergue La 72 con las principales rutas y los principales peligros que les esperan en el camino.Pep Companys
Dada la situación de extrema violencia por la cual miles de familias son objeto de desplazamientos forzados de sus lugares de origen, cada día en el lomo del tren llamado La Bestia viajan más de 700 que pretenden llegar a Estados Unidos. Solamente un 20% alcanzarán su meta. La mitad serán detenidos antes de cruzar el territorio mexicano. El 30%, a manos de la Patrulla Fronteriza, según estadísticas del Gobierno mexicano. Desde octubre de 2013, más de 52.000 menores de edad han sido interceptados en Estados Unidos. En Texas y Arizona, dos estados fronterizos con México, los centros de detención y bases militares están saturados, y los chavales permanecen hacinados a la espera de su deportación. En la imagen, una familia de migrantes centroamericanos viaja en los balcones entre vagón y vagón de La Bestia.Pep Companys
El sacerdote Fray Tomás González Castillo, defensor de derechos humanos, es quien está a cargo de la Casa del Migrante La 72, en Tenosique. Es la más cercana a la línea del tren donde abordan La Bestia las miles de personas que buscan llegar a territorio norteamericano. En septiembre de 2013 obtuvo como reconocimiento el premio Franco Alemán de Derechos Humanos Gilberto Borges que otorgan conjuntamente Alemania y Francia, por su labor a favor de las personas migrantes y sus familias. En la imagen, Fray Tomas se dirige a los feligreses durante el vía crucis de 2014.Pep Companys
Los garífunas son los descendientes de los esclavos traídos de África y los caribeños indígenas, incluyendo arahuacos y caribes isleños. Hablan una lengua distinta que mezcla las tres influencias. Históricamente han sido rechazados. Como hondureños, están siendo forzados a huir de su país debido a que las principales rutas de la delincuencia y el crimen organizado están pasando por sus territorios. Violencia y criminalidad, unidas a la falta de oportunidades y el caos de su país de origen hacen que se haya producido desde hace poco menos de un año un importante flujo migratorio hacia el Norte. En la imagen, garífunas amenizando con 'punta hondureña', la noche el el albergue La 72.Pep Companys
Cae la noche en el albergue La 72. Cientos de migrantes hacen fila antes de ir a dormir. Hacinados en la capilla y descansando encima de una delgada colchoneta, apenas podrán conciliar el sueño, ya que están siempre atentos al paso del tren. Las mujeres y los niños van a descansar en otro espacio. En la imagen, migrantes centroamericanos esperan a recibir su colchoneta delante de un mural conmemorativo de la masacre de migrantes en San Fernando (Tamaulipas, México).Pep Companys
Uno de los grandes problemas que plantea la migración son los desparecidos. Sobre ellos existen pocos datos, apenas los registros de los diferentes albergues por los que transitan, los que mandan remesas, y los deportados por Estados Unidos. Pero sobre los que se quedan en el camino, atrapados entre las fauces de un país que los sepulta en fosas clandestinas, mutila, recluta, viola y asesina, poco se sabe. Esta falta de información es para familiares y organizaciones civiles una de las “mayores deudas” del Gobierno actual hacia ellos, pues que no existan implica que los delitos no se investiguen, que las familiares de las víctimas no tengan acceso a la Justicia, que no se pueda implementar un mecanismo de búsqueda eficaz y, en general, que México no otorgue al problema de violencia contra migrantes la dimensión que éste merece. En la imagen una migrante hondureña con la fotografía de su marido desparecido en tránsito.Pep Companys
El camino que emprenden miles de seres humanos en el corredor migratorio de Centroamérica rumbo a los Estados Unidos sigue siendo uno de los viajes más peligroso del mundo. Hoy el camino migrante se ha visto truncado por los ya innumerables ataques al tren. Con motivo del vía crucis Migrante de 2014, mas de mil indocumentados, acompañados por diferentes ONG y activistas, emprendieron una marcha de mas de 3.000 kilómetros, caminando y en autobuses, desde la frontera de Guatemala hasta las inmediaciones de la frontera norte con Estados Unidos a fin de hacer escuchar las exigencias de una parte de la sociedad civil en México y sobre todo de la población transmigrante. En la imagen, centroamericanos durante la marcha Migrante 2014 esperando subir en los autobuses en Villahermosa (Tabasco, México).Pep Companys
Muchos migrantes cuentan que vienen huyendo de sus países por amenazas de muerte, extorsiones o asesinato de algún familiar, bien sea a mano de las pandillas o de los narcos. Se cobra por todo, por vender en la calle, a todos los negocios, grandes medianos y pequeños, y está tan generalizada la extorsión, que incluye el cobro de cuota a quienes tienen familiares en Estados Unidos. Es una práctica común que las pandillas intenten reclutar a menores de edad para actuar como informantes o para vender drogas en las escuelas. De no aceptar son ejecutados. En la imagen, un menor hondureño no acompañado esperando en el albergue La 72.Pep Companys
En ocasiones, los migrantes llegan a caminar largas distancias y, en su camino, tienen que ocultarse entre la maleza o adentrarse en los pueblos y confundirse con la población local para no ser extorsionados. En la congregación de El Ceibo, punto fronterizo entre México y Guatemala, llegan a caminar hasta 60 kilómetros. Son más de tres días en los que andan escondiéndose de delincuentes y grupos del crimen organizado, incluso de la policía federal o la de inmigración. Para ello duermen entre la maleza y, cuando llegan a Tenosique, esperan a que pase del tren. Es allí, donde el personal de La 72 les atiende curando sus heridas y ampollas en los pies después de tan largo camino.PEP COMPANYS
En la imagen, el pequeño Stven, migrante hondureño, observa un mural pintado en la pared del albergue La 72 en el que están dibujadas las principales rutas de tránsito por México y los puntos donde hay peligros.PEP COMPANYS
Durante su estancia en el albergue La 72 de Tenosique (Tabasco), la mayoría de migrantes aprovechan el tiempo para descansar, recuperar fuerzas y decidir cómo y por dónde continuarán su ruta. Saben que el viaje va a ser muy largo (puede llegar a durar 20 días) y peligroso. Sus miradas son una mezcla de miedo y esperanza bajo el sol abrasador del sur de México. Para combatir las altas temperaturas, se refrescan y lavan sus ropas en una pileta de este refugio de paso.PEP COMPANYS
Muchos de los migrantes viajan a lomos de La Bestia, con el riesgo de caerse. Algunos grupos, principalmente mujeres con niños, se esconden entre vagones, apretados y de manera insegura. Cualquier lugar les parece bueno para intentar alcanzar su sueño.PEP COMPANYS
Un grupo de migrantes muestra su alegría por estar, por fin, a lomos de La Bestia, el tren que les llevará al norte. Después, les queda atravesar una frontera, un muro, para llegar a EE UU. Ni el trayecto en tren, ni lo que vendrá después, son tareas fáciles. La lluvia, el calor, los ataques y caídas amenazarán su camino. Y, pese a los riesgos, celebran dejar atrás sus historias de violencia y miedo en sus países.PEP COMPANYS
Una de las pancartas que mostraban los manifestantes en la marcha de protesta del pasado 15 de abril.PEP COMPANYS
Ser mujer, pobre y además migrante sin documentos es el peor de los escenarios posibles en la ruta migratoria. Víctimas de explotación laboral, sexual, violaciones, secuestros, acoso, estigmas y maltratos de todo tipo, las mujeres en tránsito por México hacia Estados Unidos están desamparadas ante la carencia de políticas públicas que protejan sus derechos. En la imagen, una mujer migrante centroamericana aguarda la llegada del tren en Coatzacoalcos (Veracruz) México.PEP COMPANYS