3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

El sueño roto de Sudán del Sur

Por Aimee Brown, desde Sudán del Sur.

Hoy se celebra el tercer aniversario de la independencia de Sudán del Sur. Sin embargo, el sentimiento de unidad y de esperanza que se respiraba en 2011 ha desparecido. Desde que empezó el conflicto hace siete meses, más de 1,5 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares y a vivir en terribles condiciones.

Foto: Pablo Tosco/ @oxfamintermon

Corrí a refugiarme con mi familia al Malakal Teaching Hospital pero allí también empezaron a matar personas. Nos pedían dinero y nuestros teléfonos móviles y si no tenías te disparaban. Vi cómo mataban a una persona y cómo violaban a una mujer en el hospital... Aquella noche, muchas personas corrieron hasta la base de Naciones Unidas. Tuvimos que dejar atrás a mi marido porque no podía andar. Cuando la gente empezó a correr, él me dijo ‘Corre o tú también morirás’

Para refugiarse en la base de Naciones Unidas, Rebecca*, una maestra de escuela de 37 años, tuvo que soportar más de lo que cualquier persona debiera soportar en toda su vida. Pero ahora, tras las alambradas de este campo de desplazados de Malakal que acoge a unas 19.000 personas, vive otra pesadilla. Los desvencijados refugios construidos con lonas y cuerdas no logran proteger a sus habitantes de las intensas lluvias que comenzaron hace seis semanas. La gente está hacinada y apenas tiene privacidad. Además, buena parte de ellas, viven con el barro hasta la rodilla desde hace un tiempo. Las estructuras metálicas de las camas apenas asoman unos centímetros por encima del agua. Los hornillos se sujetan con alambres para evitar que se mojen. Las escasas pertenencias están cubiertas por el omnipresente y pegajoso barro. Las letrinas han quedado reducidas a un pestilente lodazal de agua estancada.

Corrí a refugiarme con mi familia al Malakal Teaching Hospital pero allí también empezaron a matar personas. Nos pedían dinero y nuestros teléfonos móviles y si no tenías te disparaban. Vi cómo mataban a una persona y cómo violaban a una mujer en el hospital... Aquella noche, muchas personas corrieron hasta la base de Naciones Unidas. Tuvimos que dejar atrás a mi marido porque no podía andar. Cuando la gente empezó a correr, él me dijo ‘Corre o tú también morirás’

Las personas más afortunadas vadean a través de la suciedad con botas de plástico. Las menos afortunadas, deben subirse los pantalones o la falda hasta las rodillas, y caminar descalzas, hundiéndose en el fango. Mucha gente padece enfermedades respiratorias y cutáneas. El brote de cólera que se produjo en Juba aún no ha llegado a Malakal. Pero si lo hiciera, las consecuencias serían devastadoras.

Naciones Unidas y las organizaciones humanitarias están trasladando a la gente del campo a terrenos más elevados, pero no hay sitio para todo el mundo. Tienen prioridad las personas que están en peores condiciones, pero algunas, como Ajak*, de 60 años y que no puede caminar a través del denso barro a causa de un disparo que recibió en la pierna, siguen en sus refugios inundados de fango y obligadas a depender de la ayuda de sus familiares o amigos.

Un mes después de que Rebecca llegara a la base de Naciones Unidas, decidió volver al hospital en busca de su marido y lo hizo acompañada de otras mujeres –ya que las probabilidades de que una mujer sola sufra ataques, sea violada o asesinada son muy altas–.

"Al final, encontramos a mi marido. Estaba muerto en una cama. Es imposible saber si murió de un disparo, de sed o de hambre ", contaba.

Lamentablemente, la historia de Rebecca no es excepcional. Casi todas las personas que se han refugiado aquí han perdido a algún ser querido, sufrido violencia o visto cómo destruían sus hogares. Estas personas también dicen haber perdido la dignidad, viéndose obligadas a vivir en estas condiciones tan lamentables y a depender de la ayuda.

A pesar de todo, Rebecca afirma que vivir aquí es mejor que vivir fuera del campo, donde está expuesta a muchos peligros. "Si vas sola por la calle y te cogen, no te puede pasar nada bueno. En este campo al menos estamos seguros. Aquí hay protección. Solo durante la noche, en lugares oscuros, puedes sufrir algún ataque", dice.

Ajak y Rebecca son solo dos de las 1,5 millones de personas desplazadas por este conflicto, tanto fuera como dentro de Sudán del Sur. Casi 100.000 han buscado refugio en bases de Naciones Unidas como la de Malakal, y 350.000 han atravesado la frontera en su huida hacia Uganda, Kenia, Etiopía o Sudán. Muchas no han podido plantar sus cultivos, lo que significa que tendrán dificultades para alimentarse los próximos meses. Hasta ahora, el sufrimiento de la población ha sido muy grande, pero, desgraciadamente, todo indica que empeorará. Se prevé que, cuatro millones de personas padezcan hambre a para finales de este año.

Antes de que los combates comenzaran el pasado diciembre, todo apuntaba que la tasa de crecimiento del PIB de Sudán del Sur sería la más alta del mundo en 2014. En enero, los enfrentamientos en la capital del país, Juba, ya se habían extendido a los estados de Jonglei, Lagos y Alto Nilo. Desde entonces, la producción de petróleo ha disminuido notablemente. Incluso si ahora, los líderes de las facciones enfrentadas comenzasen a priorizar las necesidades de la población por encima de sus aspiraciones personales, se tardarían años en reparar el daño causado en los últimos siete meses.

Hoy, 9 de julio, se celebra el tercer aniversario de la independencia de Sudán del Sur. Pero si miramos lo ocurrido desde enero, las personas como Rebecca y Ajak no tendrán mucho que celebrar.

* Los nombres se han modificado para proteger la identidad de estas personas.

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