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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Las cinco claves de la reforma fiscal

Por Francisco Javier Braña Pino, catedrático de economía aplicada de laUniversidad de Salamanca

Ftograma del vídeo #HaciendaNoSomosTodos

Las modificaciones fiscales que acaba de presentar el Gobierno constituyen un enrevesado galimatías con el que se cambian muchas cosas, pero cuyo impacto real tardaremos años en conocer. Estos cambios se recogen en cuatro anteproyectos de ley, referidos el primero al impuesto sobre la renta de las personas físicas y al impuesto sobre la renta de no residentes; el segundo al impuesto sobre sociedades; el tercero al impuesto sobre el valor añadido, a los impuestos especiales y a la fiscalidad medioambiental; y el cuarto a la Ley General Tributaria.

El gobierno, en otro ejemplo más de manipulación informativa, como veremos, ha presentado los cambios fiscales como una revisión del sistema tributario para avanzar (sic) “en términos de eficiencia, equidad y la neutralidad, sin dejar de atender al principio de suficiencia”, nada menos y nada más. Pero una primera y escueta evaluación de esos cambios nos deja una imagen bastante menos amable, en la que escondida bajo una supuesta rebaja del impuesto sobre la renta para los contribuyentes de menores ingresos, lo que aparece es:

- En primer lugar una reforma que no sólo no hace más sencillo el actual sistema fiscal, sino que lo hace más complejo. En este punto es importante desmontar el mito, o el engaño, de que la reducción de los tramos de la tarifa del impuesto sobre la renta supone una simplificación del mismo. Como se deja claro en el libro recién publicado, Qué hacemos con los impuestos (www.quehacemos.org), del que soy coordinador y coautor, la facilidad de la declaración no depende del número de tramos, pero lo que sí ocurre es que a menor número de tramos mayores saltos se producen en los tipos marginales y se ajusta mucho peor la progresividad del impuesto a las rentas de los contribuyentes, cuando no se reduce de hecho la progresividad, como ocurre con esta reforma.

- En segundo lugar, si se cumplen las previsiones supone una pérdida de ingresos que la Actualización del Programa de Estabilidad 2014-2017 ha estimado en 7.000 millones de euros (en el impuesto sobre la renta 4.947 millones y en el impuesto sobre sociedades 2.000 millones), aunque el gobierno dice que, al contar los contribuyentes con más renta disponible, el Producto Interior Bruto aumentará un 0,55% en 2015-2016 (sic). Esta pérdida de ingresos es difícil de entender cuando la reducción del déficit de las Administraciones Públicas para cumplir con las exigencias de la Comisión Europea supone que el gasto público en vivienda, salud y educación se va a recortar todavía más y habrá que afrontar la factura creciente de los intereses de la deuda pública.

- En tercer lugar, la lucha contra el problema más importante y dramático del sistema fiscal español, el cáncer del fraude, se reduce a dos medidas supuestamente “estrella”, publicar una lista de morosos y otra de paraísos fiscales, el resto afectan a cuestiones técnicas menores. De hecho, en 2014 el gobierno prevé recaudar 1.000 millones más, pero nada en los dos años siguientes.

- En cuarto lugar, si en el impuesto sobre la renta se rebaja un poco a las rentas más bajas y un mucho a las rentas más altas, las rentas medias puede que acaben pagando más, dependerá de su situación familiar. Si se añade la reducción en la tributación del ahorro, los nuevos tratamientos favorables a las rentas del capital y la reducción en el tipo impositivo del impuesto de sociedades (pero manteniendo el tipo del 30% para la banca, para que pueda mantener los créditos fiscales por las pérdidas acumuladas, no porque tenga que devolver el esfuerzo que ha hecho por ella la sociedad, como arguye el gobierno), los grandes ganadores de esta reforma van a ser las rentas más altas. Mientras que entre los perdedores están las personas a las que despidan, que tendrán que pagar a partir de los 2.000 euros de indemnización por año trabajado (los que tengan un salario bruto anual por encima de 20.000 euros), los que alquilen una vivienda o los pequeños ahorradores. Sin olvidar que sube el IVA para la mayoría de productos sanitarios del 10 al 21%.

- Por último, aunque no sea lo último, aumenta los gastos fiscales, otro cáncer, valga como ejemplo que en vez de recuperar los recortes de gasto público en la ley de dependencia o en las ayudas sociales, políticas de gasto en las que se tiene en cuenta quienes son los que más necesitan, se introducen nuevas deducciones fiscales que benefician sólo a los que declaran y son poco transparentes y casi imposibles de evaluar.

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