ANÁLISIS

Una nueva estrategia contra la heroína

Hay que hacer estudios para saber que pasa en la realidad de algunas ciudades y barrios, y no sólo contentarnos con datos globales. Y buscar alternativas que permitan reducir los riesgos y prevenir los daños

Estas semanas, la repentina muerte del oscarizado actor Philip Seymour Hoffman por una supuesta sobredosis de heroína (o probablemente de una mezcla de heroína con fentanilo) ha revolucionado los medios de medio mundo y ha puesto rostro al resurgir de la heroína en EE UU, cuyo consumo creció un 79% entre 2007 y 2012. Nos ha devuelto la imagen española de los 80, que nos ha recordado la serie Cuéntame, de que la heroína mata.

Y los medios han inundado en sus espacios en una alarmante visión de que algo se mueve de nuevo en el mundo de las drogas. Ante ello, muchas preguntas surgen sobre si lo que pasa en Estados Unidos pasa también en España. Y mi respuesta es que la heroína está volviendo a las calles de Estados Unidos como alternativa barata y accesible a los analgésicos con receta derivados del opio, a los que son adictas miles de personas. Que es verdad que una joven francesa murió en Madrid en la última Nochevieja por algún consumo relacionado con la heroína. Y que la heroína no ha desaparecido en estos años de nuestras vidas porque en una ciudad como Barcelona, los fallecimientos por sobredosis entre varones de 15 a 44 años fueron superiores en 2005 a los muertos por suicidios o accidentes y además, en 2007, causó 90 muertes, siendo la primera causa de muerte en hombres de entre 15 y 40 años. Y que no hay que bajar la guardia. Y que hay que hacer estudios para saber que pasa en la realidad de algunas ciudades y barrios, y no sólo contentarnos con datos globales.

Ante esto, se puede desviar la mirada y no abordar estas situaciones de frente, o buscar alternativas que permita reducir los riesgos y prevenir los daños. Las estrategias basadas en la reducción de daños han utilizado diversas estrategias. Una de ellas es la SOLUCIÓN CONTROL basada en la puesta en marcha de narcosalas, salas de venopounción higiénica, donde los consumidores de heroína pueden saber la composición de la droga que toman, previniendo las sobredosis y utilizando jeringuillas nuevas para disminuir las infecciones como la hepatitis o el VIH. En España, el País Vasco, Cataluña y Madrid han utilizado este tipo de estrategias con buena valoración. Pero para mí, esta estrategia queda a medio camino, aborda el problema, pero no lo trata en profundidad, se acerca de una solución, pero no es la solución. Y estrategias parecidas son las que encontramos en países europeos, donde hay espacios libres de consumos bajo supervisión médica, como en Alemania. Aunque en el país germano es una alternativa más, junto a la del uso de la heroína como medicamento, una solución, sin duda, de mejor nivel.

La Junta de Andalucía planteó una estrategia más avanzada y valiente y propuso hace 10 años la utilización de la heroína como medicamento. ES LA SOLUCIÓN RECETA. El resultado ha sido exitoso ya que la heroína-medicamento ha ayudado a mejorar la salud de la ciudad de Granada al disminuir en un 1.700% los delitos de las personas que entraron en el ensayo clínico, además de mejorar la salud física, mental, social y familiar de heroinómanos que hoy siguen tomándola en el Hospital Virgen de las Nieves. Esta receta de la heroína-medicamento, convirtió a Granada en 2003 en referencia nacional e internacional al comenzar un ensayo que pretendía mejorar la salud de 62 toxicómanos y permitió demostrar que la administración de la heroína bajo control médico es más eficaz que la metadona al mejorar la salud de los toxicómanos el doble que con metadona, en toxicómanos de larga duración y que ya habían fracasado en terapias de deshabituación con metadona. Y estos resultados coinciden con los de los otros países donde hay casi 3.000 pacientes en tratamiento en una relación sanitaria positiva: reduce su actividad delictiva, mejora su estado de salud general, mejora su calidad de vida, disminuye el consumo de drogas ilegales, disminuye las conductas de riesgo del VIH y aumenta su afianzamiento social mediante la estabilización del empleo y el domicilio y el contacto con la familia.

La heroína también es un medicamento que cura, mejora la salud y la calidad de vida de heroinómanos de Inglaterra, Holanda, Suiza, Alemania, Dinamarca, Canadá, Bélgica y Granada (España). Una década de investigación en estos países europeos y Canadá apoya el uso de la terapia con heroína para los pacientes adictos a los opiáceos más difíciles, por su seguridad y eficacia. Y lo avalan artículos publicados en las más prestigiosas revistas médicas internacionales (New England Journal of Medicine, BMJ, Drugs and Alcohol Review, Lancet, Addiction, Journal of Substance Abuse Treatment,…).

El tratamiento de la heroína puede parecer caro, pero los resultados de los estudios coste-beneficio suizos, holandeses y alemanes indican que el ahorro por persona y por día es muy significativo.

La existencia ahora de resultados positivos de diversos ensayos hace surgir algunas cuestiones:

  1. ¿es útil continuar prohibiendo el uso médico de la heroína aun cuando ha demostrado ser efectivo y viable en numerosos estudios de todo el mundo?
  2. Y mientras tanto ¿es aceptable que otros pacientes que “lo necesitan” no se puedan beneficiar de un tratamiento eficaz y seguro?

Y bajo estas palabras y con la evidencia de los estudios, pedimos a los gobiernos, a los políticos tres cosas:

  1. Que cualquier ciudadano/a español/a (y europeo) que cumpla los requisitos del ensayo clínico de heroína, viva donde viva en España, pueda tomar el medicamento que a los pacientes en Granada les ha devuelto la vida y la salud física, social y familiar.
  2. Que se faciliten nuevas investigaciones como las de la heroína oral que ayude a buscar nuevas alternativas terapéuticas a las existentes actualmente (metadona, buprenorfina, heroína inyectada, programas libres de drogas,…).
  3. Que se fomenten programas de apoyo psicológico, deportivo, legal, digital, social, de empleo,… a personas que la droga los sacó hace tiempo de todo “mercado”.

Si hace 10 años, políticos de la Junta de Andalucía fueron capaces de dar un paso adelante ante el problema de las drogodependencias y buscar nuevas alternativas terapéuticas con un programa con heroína como medicamento, con la evidencia científica en la mano, esperemos que hoy y mañana, cualquier ciudadano/a español que la necesite la pueda usar. Ellos/ellas (su dignidad), junto a la de sus familias y la sociedad en su conjunto, lo agradecerán.

Último deseo: hace falta una política europea conjunta que genere una actuación común en drogodependencias que sume las intervenciones que hoy ayudan a más de 3.000 heroinómanos. Ojalá.

Joan Carles March es profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública

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