Lágrimas de princesa en un orfanato de Rabat

La llegada de los islamistas al Gobierno de Marruecos paralizó la concesión de adopciones a parejas extranjeras, la mayoría españolas. Pero alguien en la familia real decidió hacer suya la causa Con la autoridad que le otorga ser prima hermana de Mohamed VI, Lalla Zineb defendió la honorabilidad de los adoptantes, visitó a jueces y fiscales y logró levantar el bloqueo en la capital

La princesa Lalla Zineb inaugura un centro infantil en Rabat.MAP

La alegría era tal ese lunes de finales de junio en el orfanato de Lalla Meryem, en pleno centro de Rabat, que hasta la princesa Lalla Zineb hizo con los dedos la uve de la victoria. El tribunal de familia había otorgado una decena de kafalas (modalidad de adopción islámica) a otras tantas familias, la mayoría españolas, que en algunos casos llevaban año y medio esperando a ser padres.

Si la justicia marroquí ha empezado a poner fin al drama que, para muchos candidatos...

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La alegría era tal ese lunes de finales de junio en el orfanato de Lalla Meryem, en pleno centro de Rabat, que hasta la princesa Lalla Zineb hizo con los dedos la uve de la victoria. El tribunal de familia había otorgado una decena de kafalas (modalidad de adopción islámica) a otras tantas familias, la mayoría españolas, que en algunos casos llevaban año y medio esperando a ser padres.

Si la justicia marroquí ha empezado a poner fin al drama que, para muchos candidatos a la adopción, suponía tener un bebé asignado durante meses, al que acunaban a diario, pero no podían sacar del orfanato, es mérito de muchos. A ello han ayudado las gestiones de los futuros padres, de los diplomáticos españoles en Rabat, del ministro Alberto Ruiz-Gallardón, pero sobre todo una princesa marroquí.

Lalla Zineb, de 42 años, prima hermana del rey Mohamed VI de Marruecos, aparece en las fotos clausurando un curso de cuidadoras infantiles o cortando la cinta en la inauguración de una guardería. Casada y madre de dos hijos, estudió Administración de Empresas en la Universidad Mohamed V de Rabat. Durante unos meses ha dejado algo de lado sus actividades protocolarias para volcarse en resolver el bloqueo de las adopciones por extranjeros, en su mayoría españoles.

“De sopetón hemos visto a una mujer que se remangaba, que escuchaba nuestros lamentos, que nos levantaba el ánimo y nos prometía su ayuda”, recuerda un matrimonio español, que pide permanecer en el anonimato, que concluyó hace semanas su proceso de adopción. “Hasta organizaba paelladas en el orfanato para levantarnos la moral”, añade.

Con la llegada al Gobierno de los islamistas moderados del Partido de la Justicia y del Desarrollo, en enero de 2012, se paralizó la concesión de adopciones a extranjeros y, de paso, también a marroquíes. Fue como si los magistrados hubiesen sido sensibles a los nuevos vientos conservadores que soplaban.

Después, hace un año, el ministro de Justicia, el islamista Mustafa Ramid, envió a los fiscales una circular instándoles a oponerse a las kafalas de extranjeros que no residiesen en Marruecos. Su partido presentó incluso en febrero un proyecto de ley que exigía que al menos uno de los cónyuges adoptantes fuese marroquí. Aún no ha sido debatido en el Parlamento.

“Me han dicho que no paras de hacer gestiones”, le dijo el rey. “Hay un problema, hay que resolverlo”, respondió Zineb

“Las solicitudes de adopción no siempre son inocentes”, se justificaba en público Mustafa Brahimi, diputado islamista. “Hay que proteger a nuestros niños del cambio de religión”, añadía. “Hay incluso personas que adoptan a críos para introducirlos en redes de prostitución, droga o compraventa”, concluía. No hay un solo caso de adopción por extranjeros que avale esta acusación.

La kafala equivale a una tutela dativa que obliga a preservar la filiación, nacionalidad y religión islámica del niño. Años atrás, a su regreso a España con el peque, algunas familias solicitaron a los jueces de menores la adopción plena para que el hijo venido de Marruecos gozase de los mismos derechos que los españoles.

El centenar de familias extranjeras, 62 de ellas españolas, a la espera de adoptar se doblegaron, a finales de 2012, al nuevo requisito. Tramitaron su residencia en Marruecos, lo que conllevó gastos y, a veces, la separación de parejas en las que un cónyuge se instaló en Rabat y el otro seguía trabajando en España. Aun así, las kafalas seguían bloqueadas.

Entonces Lalla Zineb irrumpió. Con la autoridad que da pertenecer a la familia real, la princesa se presentó en los juzgados para hablar con los fiscales, llamó a algunos a sus casas, refrendó la honorabilidad de los adoptantes. “No pidió a ningún magistrado que se saltara la ley, pero les urgió a que no demorasen más las sentencias”, asegura una fuente que siguió de cerca el asunto. Si los aspirantes cumplían los requisitos, los veredictos debían ser favorables.

Cuando Lalla Zineb estaba un día en comisaría instando a la policía a elaborar rápidamente los informes preceptivos sobre la moralidad de los adoptantes, le sonó el móvil. “Me han dicho que no paras de hacer gestiones”, le comentó el rey Mohamed VI al teléfono. “Tenemos un problema y hay que resolverlo”, le contestó la princesa, según la misma fuente.

A finales de agosto, todas las familias de Rabat tenían sentencias favorables de adopción, pero no conseguían el permiso judicial de salida ni el pasaporte de los críos. Algunos debían reincorporarse en España a sus puestos de trabajo y dejar en Marruecos a sus niños con familias de acogida a las que apenas conocían.

Lalla Zineb les apaciguó. Se llevó a tres pequeños a su casa, instaló otros cuatro en domicilios de amigas y supervisó la colocación de los demás. La llegada de estos intrusos desató los celos de los hijos de la princesa hasta principios de este mes, cuando el juez entregó las autorizaciones para viajar.

La prima del rey tenía motivos para querer resolver el problema. Es la presidenta de la Liga Marroquí de Protección de la Infancia, un organismo público cuya red de orfanatos subsiste gracias a subvenciones privadas. En Marruecos se abandonan 24 niños al día, en su mayoría hijos de madres solteras, según la asociación INSAF de apoyo a la infancia. Sin kafalas, los orfanatos revientan.

Lalla Zineb tiene además una especial sensibilidad por España. No conoce bien el país, pero tuvo en su infancia una cuidadora española, la abulense Celsa Hernández, que aún la acompaña en sus visitas a los orfanatos. “La rectitud moral de la princesa y su entrega forman parte de los valores que les transmitió esta mujer”, recalca un amigo de la familia.

Cuando cogió las riendas de la Liga, Lalla Zineb, una mujer reservada hasta entonces, rompió con los hábitos de princesa. “La vimos sacando del maletero de su coche cajas de bañadores infantiles que un benefactor había regalado al orfanato”, recuerda una exempleada del centro. Ordenó que los niños con discapacidades, hasta entonces recluidos, salieran a diario al jardín del orfanato y que en verano les llevasen a la playa.

Lalla Zineb ha solventado el bloqueo en Rabat, donde residían 26 familias, y ahora intentará hacer otro tanto en Agadir y Casablanca, donde otros españoles están atascados. Al despedirse de la princesa, las familias de Rabat le regalaron un álbum con las fotos de todos los niños que, gracias a ella, tutelaban. Al verlo, se le saltaron las lágrimas, no logró articular palabra y se tuvo que retirar.

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