Cartas al director

La cuenta de Figar

Recibo una carta en la que la consejera de Educación de la Comunidad de Madrid le da a mi hija de 22 meses la bienvenida a la red de escuelas públicas para luego resaltar que se va a gastar en su educación 5.100 euros. No me imagino a la señora Figar invitando a comer a un amigo y diciéndole cuánto le ha costado el ágape. Al mal gusto se une la falsedad, puesto que no dice que alrededor de la mitad de las escuelas infantiles públicas son gestionadas por empresas privadas que persiguen el máximo beneficio mientras la Administración mira para otro lado. A pesar de todo, si fuese cierto que “la C...

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Recibo una carta en la que la consejera de Educación de la Comunidad de Madrid le da a mi hija de 22 meses la bienvenida a la red de escuelas públicas para luego resaltar que se va a gastar en su educación 5.100 euros. No me imagino a la señora Figar invitando a comer a un amigo y diciéndole cuánto le ha costado el ágape. Al mal gusto se une la falsedad, puesto que no dice que alrededor de la mitad de las escuelas infantiles públicas son gestionadas por empresas privadas que persiguen el máximo beneficio mientras la Administración mira para otro lado. A pesar de todo, si fuese cierto que “la CAM realiza un importante esfuerzo para poder beneficiarnos del servicio educativo”, en mi caso pagaré en torno a 285 euros al mes ya que no he contratado servicio de comedor, pero hay familias que pagarán unos 360 euros por “disfrutar” de la educación infantil pública, es decir 3.240 euros anuales. Por tanto, y según las cuentas de Figar, el 65% de lo que cuesta la plaza de un niño se sufraga directamente por la familia. No nos engañemos: la consejera ni es buena anfitriona ni nos invita a nada, pagamos a escote y dejamos la propina mientras ella se entrega al autobombo.— Javier Cobos Sabaté.

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