Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí

Vida bajo el asfalto

Por Pilar Sampietro

Trabajo en un barrio en construcción. Durante los últimos años, cuando nos mudamos desde el centro de la ciudad, he vivido las etapas de euforia constructiva, demolición de fábricas emblemáticas y cercado de solares que quedaban abandonados por la crisis tras una reja amenazadora. Cuando llegamos, andábamos hasta el metro atajando por un descampado en el que veía crecer "malas hierbas" hasta que un día mi amigo Evarist March me corrigió: no hay malas hierbas. Todas tienen una función y más aún en la ciudad. Evarist lleva adelante con amor y entusiasmo su pequeña empresa Natural walks, con la que se dedica a descubrir la fauna urbana que crece y sobrevive entre el cemento. Promueve excursiones hortícolas a las que llegas en metro y te hace distinguir entre el gusto picante de un trébol y el dulce sabor de una capuchina de balcón, todo comestible. Este es su trabajo.

Ayer con las legañas todavía puestas me crucé con un padre que empujaba el cochecito en dirección al cole. El niño llevaba en la mano un ramito hecho con unas cuantas flores amarillas de cerrajas que sobrevivieron en una esquina del solar y otras pocas campanillas de la única enredadera que se salvó. Llegando al edificio vecino, un gato sentado y tranquilo montaba guardia junto a los zapatos de los oficinistas en el momento de la charla y el cigarro. El gato, desalojado de su casa y el niño, con el ramo urbano de la amenazada biodiversidad. Fue entonces cuando me pregunté: ¿seguirá la vida bajo el asfalto?



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