Flavio Briatore vende sus Billonaire

El templo del ocio nocturno de los millonarios pasa a manos de un grupo asiático que expandirá la marca por todo el mundo Por su sede central de Cerdeña han pasado desde Paris Hilton y Leonardo Di Caprio hasta la familia Aznar

Flavio Briatore y su mujer, Elisabetta Gregoriaci, en el Billionaire de la isla de Cerdeña, en Italia.CORDON

El Billonaire se muda a Singapur. La discoteca más lujosa de Cerdeña y del Mediterráneo pasa a ser propiedad de un grupo de inversión con sede en Asia. Flavio Briatore, su fundador, alma y propietario, ha anunciado que se desprende del 51% de la sociedad, que pasa a manos de la compañía Bay Capital tras una negociación de varios meses. Eso sí, quien fuera director del equipo Renault de fórmula 1, en el que militó Fernando Alonso, no ha desvelado el monto de la millonaria operación.

Los inversores del lejano O...

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El Billonaire se muda a Singapur. La discoteca más lujosa de Cerdeña y del Mediterráneo pasa a ser propiedad de un grupo de inversión con sede en Asia. Flavio Briatore, su fundador, alma y propietario, ha anunciado que se desprende del 51% de la sociedad, que pasa a manos de la compañía Bay Capital tras una negociación de varios meses. Eso sí, quien fuera director del equipo Renault de fórmula 1, en el que militó Fernando Alonso, no ha desvelado el monto de la millonaria operación.

Los inversores del lejano Oriente ya gestionan este pequeño reino del ocio nocturno. La discoteca de Porto Cervo, cita obligada para la farándula de todo el mundo, y las sucursales que hay en Turquía, Mónaco y España no van a echar el cerrojo. Al contrario, pronto habrá nuevos locales. La operación le permite a Briatore —que conserva una importante participación— ampliar su horizante con otros Billionaire. “Se van a inaugurar locales en Dubái e India”, ha declarado el empresario al diario italiano La Stampa. “No tiro la toalla. Al revés: me expando”, ha proclamado.

La crisis, según el empresario italiano, no tiene nada que ver con la decisión de vender parte de su imperio, que comprende también el Twiga Beach Club en la Toscana. Tampoco influyeron –declara – las últimas temporadas en la cuerda floja, los impuestos introducidos por el Gobierno de Mario Monti sobre los bienes de lujo ni los controles fiscales sobre los yates, que marcaron el último verano de los megamillonarios.

“A estos señores no los conocía de nada”, explica el empresario. “Me llamaron ellos y me propusieron el negocio. Para mí es un éxito. Significa que el Billionaire ya es reconocido como líder de la diversión nocturna en todo el planeta”.

La compra va a ser una gran ocasión también para Bay Capital. El grupo, a través del fondo Far East Leisure, gestiona estructuras turísticas de súper lujo en Asia y en India, y ahora puede lanzarse a la aventura de los locales nocturnos. Y lo hace con la cobertura de un nombre ya muy famoso: “Los clubes Billionaire”, señala en un comunicado Siddharth Mehta, presidente de East Leasure, “son una garantía de lujo y estilo. Estamos convencidos de que hemos adquirido la firma más prestigiosa del mundo en el ámbito de la vida nocturna”.

La discoteca de Porto Cervo, abierta en julio de 2003 y casa madre de la cadena de clubes, se convirtió enseguida en un escaparate exclusivo para los famosos. La lista de quienes han pasado por los Billionaire es interminable: desde futbolistas como Fabio Cannavaro, Andrés Iniesta o Cristiano Ronaldo, hasta actores, como Bruce Willis o Kevin Spacey, o cantantes de la talla de Beyoncé, Rihanna o Lenny Kravitz. Tampoco han faltado modelos, como Naomi Campbell (pareja por algún tiempo de Briatore), habituales de las fiestas más glamurosas, como Paris Hilton, o familiares de antiguos presidentes del Gobierno, como Ana Aznar y su marido, Alejandro Agag.

El local de Marbella fue el último que se inauguró desde 1998, cuando puso en marcha su primer club en Porto Cervo, al norte de Cerdeña. Los otros dos están en Estambul y en la playa de Malindi, en Kenia. Cada Billionaire presume de un estilo propio, pero todos se refugian bajo el mismo lema: el lujo de ser uno mismo.

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