Cartas al director

Tiempos duros

A través de los medios de comunicación estamos informados al momento de lo que sucede en el mundo. Acontecimientos que se difunden tan rápidamente que nos impiden reflexionar sobre aquellas noticias que exigirían más sosiego para su comprensión, de tal manera que respondemos, y en consecuencia actuamos a tales hechos, con la misma celeridad que se emiten, tomando partido de inmediato y juzgando asuntos que supondrían más conocimiento del que tenemos, ya que la abstinencia o la duda no forman parte de nuestra “dieta” mental o emocional. Bueno es que nuestra determinación sea clara y contundente...

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A través de los medios de comunicación estamos informados al momento de lo que sucede en el mundo. Acontecimientos que se difunden tan rápidamente que nos impiden reflexionar sobre aquellas noticias que exigirían más sosiego para su comprensión, de tal manera que respondemos, y en consecuencia actuamos a tales hechos, con la misma celeridad que se emiten, tomando partido de inmediato y juzgando asuntos que supondrían más conocimiento del que tenemos, ya que la abstinencia o la duda no forman parte de nuestra “dieta” mental o emocional. Bueno es que nuestra determinación sea clara y contundente, y perfectamente explicable, cuando lo acontecido sea manifiestamente rechazable o doloroso. Así ocurre con la corrupción, noticia que se repite con frecuencia y que nos solivianta, dado el mundo especialmente injusto que actualmente se vive, cargando sobre una gran parte de la población responsabilidades que no tiene, a base de impuestos y recortes. Mientras paralelamente aparecen, con cierta asiduidad, nuevos casos de corrupción.

Es inadmisible e inquietante para la sociedad, desde un punto de vista moral, que se cometan tropelías y abusos, por parte de políticos y empresarios, cuyas actuaciones son más hirientes, si cabe, en estos tiempos críticos. Crisis que soportan más o menos penosamente un gran porcentaje de personas, al tiempo que se producen “atropellos” a los que a veces no se da solución.

Sabemos que la vida está invadida por el materialismo, pero son muchos los que persiguen y ansían, en contra de los “mercaderes” de este tiempo, un mundo más humano en el que el centro sea el hombre y no el dinero y el poder.— José Antonio Esteban Moscoso.

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