Sanidad pública
Desde que ejerzo la medicina, siempre en el Sistema Nacional de Salud, unos 25 años, he vivido diversas transformaciones: la universalización de la asistencia pública con la Ley General de Sanidad, la atención a inmigrantes con y sin papeles y el turismo sanitario, principalmente, produciéndose una sobrecarga de los profesionales sanitarios. Pese a ello la atención y, en concreto por lo que me atañe y conozco, la atención primaria ha sabido sobreponerse y ganar en calidad y prestigio internacional.
Y ahora me venden y no al mejor postor, ni con la mejor intención. La privatización de la...
Desde que ejerzo la medicina, siempre en el Sistema Nacional de Salud, unos 25 años, he vivido diversas transformaciones: la universalización de la asistencia pública con la Ley General de Sanidad, la atención a inmigrantes con y sin papeles y el turismo sanitario, principalmente, produciéndose una sobrecarga de los profesionales sanitarios. Pese a ello la atención y, en concreto por lo que me atañe y conozco, la atención primaria ha sabido sobreponerse y ganar en calidad y prestigio internacional.
Y ahora me venden y no al mejor postor, ni con la mejor intención. La privatización de la gestión de la sanidad pública abre una brecha en los derechos ganados de los ciudadanos y rompe los principios de equidad y universalidad en el territorio español. Además, deja dudas abiertas muy graves acerca de la ética y de la evolución de la atención a los más débiles.
El dilema entre la sanidad privada, cuyo fin es la obtención de ganancias, frente a la sanidad pública —a ser posible sin pérdidas—, cuyo fin es la mejora de la salud de la población e incluso el acompañamiento en la muerte, irrumpe en las conciencias de los profesionales sanitarios que trabajamos en este país.— María José Álvarez Pasquín. Médico de Familia.