Harta de ser guapa

Hoy escribo desde casa: estoy de baja estética. Juré que no volvía al quirófano después de la última lipo –que no os engañen: el dolor del siglo–, pero he pillado un dos por uno y me he quitado la miopía a precio de cíclope, era ahora o nunca. Lo malo es que tengo que estar quince días sin pintarme y no estoy para nadie. La operación, fenomenal, gracias. Veo como nunca, ese es el problema. Con decirte que fui a mirarme en cuanto se me pasó la anestesia y estuve un rato alternando con la loro del espejo hasta que vi que estaba hablando sola. ¿Yo soy esa? Qué arrugas, qué ojeras, qué careto. Si ...

Hoy escribo desde casa: estoy de baja estética. Juré que no volvía al quirófano después de la última lipo –que no os engañen: el dolor del siglo–, pero he pillado un dos por uno y me he quitado la miopía a precio de cíclope, era ahora o nunca. Lo malo es que tengo que estar quince días sin pintarme y no estoy para nadie. La operación, fenomenal, gracias. Veo como nunca, ese es el problema. Con decirte que fui a mirarme en cuanto se me pasó la anestesia y estuve un rato alternando con la loro del espejo hasta que vi que estaba hablando sola. ¿Yo soy esa? Qué arrugas, qué ojeras, qué careto. Si lo sé me quedo cegata, pero como no tiene remedio, no pienso dar la jeta hasta que pueda estucármela.

Me río yo de todas esas que suben a Twitter fotos a cara lavada. Permitidme que lo dude, monas. Primero, porque estáis hartas de ser tan guapas, y de que os lo digan. Segundo, porque está por ver que vayáis a pelo y no con tres kilos de pringue nude tono sobre tono. Y, tercero, porque llamándote Rihanna, Katy Perry o, a unas malas, Lady Gaga, a ver quién te tose por muy adefesio que te levantes por las mañanas. Vosotras podéis ir de naturales con maquillador, peluquero y estilista a la chepa, pero aquí las mortales tenemos que autoproducirnos cada día para poder salir a la calle, no te digo nada si prevemos una cámara delante. Hasta Sáenz de Santamaría se pintó como una puerta para rematarnos con los recortes con ese tonito de madre superiora que se le ha puesto desde que es todopoderosa. Ahora que, entre Guindos y Montoro, parecía la Virgen del Amor Hermoso, a estos peperos no los sacas de lo del hombre y el oso.

Peor que las falsas sencillas son las falsas modestas. ¿A ti no te repateó oír a Monica Bellucci en San Sebastián decir que le encanta verse liberada de su belleza en una peli donde hace de iraní puteada? Alicatada de Dolce & Gabbanahasta las cejas, así cualquiera, y con un rictus de estreñida que, yo que Danone, la fichaba para Activia. Hija, Monica, sin acritud te lo digo: ríete un poquito, que aburres a las ovejas. Si yo tuviera esa boca, esos ojos, ese pelazo y ese pedazo de Vincent Cassel esperándome en casa iría con una sonrisa de oreja a oreja. Pero ella, no. Ella sufre. Porque la encasillan, porque no la valoran, porque tenemos una falsa idea de ella. O eso, o es que le duele la cara de ser tan guapa.

¿Y qué me dices de Penélope? Otra que tal padece. Por los recortes, por el hambre en el planeta, porque invadimos su vida privada. Por ahí fuera bien simpatiquísima que es y bien que tira de modelazos para mantener su estatus de diosa, pero en cuanto pisa tierra española tuerce el morro y se viste de estar por casa. Pe, preciosa: si yo tuviera esas curvas, ese escotazo, ese contrato con L’Óreal, y a ese Bardem cuidando del nene en La Finca, no se me bajaba la moral ni a martillazos. Total, que en cuestión de bellezas latinas y alfombras rojas, soy más de Sofía Vergara. La colombiana está tremenda, y bien que lo explota. El otro día reventó su Zuhair Murad en los Grammy y, en vez de ponerse de uñas y montarle el pollo a su estilista, colgó la foto en Twitter y de paso nos puso a todas en nuestro sitio. Sofía, hermana, tú sí que lo vales: si yo tuviera ese culo iría desnuda por la calle.