Cartas al director

La manipulación de la protesta del 25-S

Los españoles somos muy sabios y sabemos que la crisis, los recortes y las pérdidas democráticas tienen como culpables a los poderes económicos a los que los representantes políticos no les saben meter mano. La gente está hastiada porque todos los palos caen sobre ella: más impuestos, menos derechos laborales en sanidad, en educación, en servicios sociales. Los descontentos son millones: ocho millones de pensionistas, más de cinco millones de parados, estudiantes, funcionarios, votantes del PP, discapacitados y personas dependientes, desahuciados, inmigrantes… La gente sale a las calles a mani...

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Los españoles somos muy sabios y sabemos que la crisis, los recortes y las pérdidas democráticas tienen como culpables a los poderes económicos a los que los representantes políticos no les saben meter mano. La gente está hastiada porque todos los palos caen sobre ella: más impuestos, menos derechos laborales en sanidad, en educación, en servicios sociales. Los descontentos son millones: ocho millones de pensionistas, más de cinco millones de parados, estudiantes, funcionarios, votantes del PP, discapacitados y personas dependientes, desahuciados, inmigrantes… La gente sale a las calles a manifestarse.

No son importantes las manipuladas guerras de cifras. El 25 de septiembre en Madrid lo fundamental no fue el número o la cantidad sino la calidad: había convocatoria de más de 200 entidades; una cumbre social de todos los sectores, colores y procedencias. Artur Mas quiere manipular el éxito de los millones de catalanes en la calle el pasado 11-S para intentar ganar unas elecciones partidistas. Algunos responsables políticos de los Cuerpos de Seguridad quieren intimidar como si estuviésemos en Estado de sitio a grupos de gentes pacíficas entre los que puede infiltrarse algún descerebrado camorrista— Juan José de la Cámara. Guadalajara.

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Cuando se accede al poder con un programa y luego se hace todo lo contrario. Cuando se perjudica gravemente a la mayor parte de los ciudadanos en beneficio de unos pocos. Cuando los responsables de este desaguisado económico y social quedan impunes. Cuando se destruyen los servicios públicos por intereses personales. Cuando la clase política no se preocupa de sus representados, sino del mantenimiento de su estatus. Cuando las decisiones de Estado quedan relegadas al oportunismo electoralista. Cuando la policía agrede de modo desproporcionado a los ciudadanos que protestan. ¿Quién habla de golpes? ¿Quién habla de Estado?— Antonio González Pedrazo. San Román de los Montes, Toledo.

Entre las declaraciones de los políticos sobre la protesta del 25-S me han llamado especialmente la atención las del ministro del Interior. Fernández Díaz hace referencia al artículo 66 de la Constitución que declara que “las Cortes Generales son inviolables”. Me pregunto la razón por la que su Gobierno no defiende con el mismo ahínco algunos derechos de la Constitución como el derecho de libertad de expresión, educación, protección social, protección de la salud, acceso a la cultura, vivienda digna y el denostado artículo 21: “Se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas”.— Adrián de la Rosa. Utrera, Sevilla.

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