Cartas al director

Nuestros jóvenes emigrantes

Leo últimamente en la prensa cómo un elevado número de jóvenes españoles hacen su maleta y se marchan al extranjero en busca de empleo y de una oportunidad. Significativamente esos jóvenes tienen sólida formación académica e intelectual y, coincidentemente, han nacido en su mayoría entre 1970 y 1985: una generación, como decía Ortega y Gasset. Los que ya están fuera no desean volver, dicen.

He sido el primero de mi familia en estudiar. Decidí hacerme profesor y por ello realicé una licenciatura, cursos, CAP y un doctorado; pasé dos oposiciones que aprobé y he sido interino: me gusta dar...

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Leo últimamente en la prensa cómo un elevado número de jóvenes españoles hacen su maleta y se marchan al extranjero en busca de empleo y de una oportunidad. Significativamente esos jóvenes tienen sólida formación académica e intelectual y, coincidentemente, han nacido en su mayoría entre 1970 y 1985: una generación, como decía Ortega y Gasset. Los que ya están fuera no desean volver, dicen.

He sido el primero de mi familia en estudiar. Decidí hacerme profesor y por ello realicé una licenciatura, cursos, CAP y un doctorado; pasé dos oposiciones que aprobé y he sido interino: me gusta dar clase en un instituto. He considerado que la formación en Lengua y Literatura es fundamental. Y todo lo hice por vocación y para devolver a la sociedad española, enseñando, lo que a mí a su vez me había dado antes. Los interinos, por decisión política, estamos condenados a la precariedad y, no obstante, hemos prestado grandes servicios a la educación.

El mensaje es que nos vayamos. La mejor generación de España, la mejor formada en siglos; la mejor preparada va a vivir peor que sus padres por vez primera en la historia de la humanidad: si te quedas, serás un trabajador en paro o en precario; si te vas, tendrás la oportunidad que te mereces. Eso en un país en el que el arco parlamentario está mucho peor formado y capacitado que esos casi 40.000 jóvenes españoles que ya viven fuera de nuestras fronteras. Triste, muy triste.— Francisco José Peña Rodríguez.

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