Cartas al director

La Olimpiada de Física

Parece que el Ministerio de Educación ha vuelto a dar otro de sus impasibles golpes de varita. Ninguno de los 135 alumnos clasificados en las fases locales de la Olimpiada de Física de toda España recibiremos el premio económico estipulado. Es de sentido común que, en una situación de crisis como la que España padece, y dado el panorama que está viviendo la educación pública, se priorice la financiación de los centros de primaria y secundaria. Sin embargo, las Olimpiadas de Física, como el resto de actividades extraescolares que promueven el desarrollo intelectual, son algo más que un capricho...

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Parece que el Ministerio de Educación ha vuelto a dar otro de sus impasibles golpes de varita. Ninguno de los 135 alumnos clasificados en las fases locales de la Olimpiada de Física de toda España recibiremos el premio económico estipulado. Es de sentido común que, en una situación de crisis como la que España padece, y dado el panorama que está viviendo la educación pública, se priorice la financiación de los centros de primaria y secundaria. Sin embargo, las Olimpiadas de Física, como el resto de actividades extraescolares que promueven el desarrollo intelectual, son algo más que un capricho educativo. Son la vía de escape de adolescentes que, apasionados por una rama del conocimiento, deseamos profundizar el temario de clase. Si estas competiciones desaparecen, los alumnos perderemos la motivación. Es probable que de los 135 que ganamos la Olimpiada de Física, muchos seamos el día de mañana científicos competentes. Y si la situación sigue como insinúa, perderemos lo poco que nos une a esta tierra y emigraremos a otro lugar donde el mérito académico y profesional sea reconocido. España quizá erija de nuevo la economía, pero dejará como consecuencia un desierto intelectual.— Ángel Prieto de la Cruz.

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