Grass y Handke: claros en el bosque
Las páginas de EL PAÍS han servido de altavoz para las palabras de Günter Grass que, en forma de versos, dan en la diana colocándose en contra de la corriente oficial unidireccional que impera en el tema de Oriente Medio e Irán, como un valiente que alerta del peligro de aceptar lo inaceptable como parte de la realidad cotidiana. Si no tiene que haber armas nucleares en la zona, que no las haya, pero no sólo las iraníes, claro está, sino las ya operativas de cualquier otro país. Recordemos el precedente de Peter Handke, al que se crucificó mediáticamente por tomar igual postura contracorriente...
Las páginas de EL PAÍS han servido de altavoz para las palabras de Günter Grass que, en forma de versos, dan en la diana colocándose en contra de la corriente oficial unidireccional que impera en el tema de Oriente Medio e Irán, como un valiente que alerta del peligro de aceptar lo inaceptable como parte de la realidad cotidiana. Si no tiene que haber armas nucleares en la zona, que no las haya, pero no sólo las iraníes, claro está, sino las ya operativas de cualquier otro país. Recordemos el precedente de Peter Handke, al que se crucificó mediáticamente por tomar igual postura contracorriente en el caso de la guerra en la antigua Yugoslavia.
Por lo tanto, son más necesarias que nunca estas voces y que los medios para sustituir a quienes deberían hablar alto y claro y no lo hacen. Sin ir más lejos, leemos en el mismo diario que la Corte Penal Internacional no reconoce a Palestina como Estado porque según la ONU los palestinos sólo son observadores, podría añadirse que de las bombas que les llueven a capricho. O el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que rechaza amparar a las víctimas del franquismo por defectos de forma: se presentó el recurso fuera de plazo (sic) y porque ese derecho de los españoles sólo es posible a partir del uno de julio de 1981. ¿No habíamos quedado en que los crímenes contra la humanidad no prescribían, haciéndolos así juzgables independientemente de fechas y tratados ratificados?— Rosendo Solé Sáinz.