Cartas al director

La señora Bovary

En respuesta a la carta de Joëlle Bavière Picard, de 20 de marzo de 2012, cuyo interés y comentarios agradezco, quiero aclarar los motivos de mi decisión en lo referido al título de la versión castellana de la novela de Flaubert.

Decir señora de Bovary sería una naturalización abusiva e improcedente. Corresponde a un uso social español, como muy bien dice la propia señora Bavière. Puesto que la acción del libro transcurre en Francia, no hay razón ni motivo para utilizar un uso propio de España. Es más, serí...

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En respuesta a la carta de Joëlle Bavière Picard, de 20 de marzo de 2012, cuyo interés y comentarios agradezco, quiero aclarar los motivos de mi decisión en lo referido al título de la versión castellana de la novela de Flaubert.

Decir señora de Bovary sería una naturalización abusiva e improcedente. Corresponde a un uso social español, como muy bien dice la propia señora Bavière. Puesto que la acción del libro transcurre en Francia, no hay razón ni motivo para utilizar un uso propio de España. Es más, sería, en mi opinión, un grave error.

La mujer francesa pierde su apellido al casarse y el apellido del marido pasa a ser el suyo. Por tanto Emma no es Emma Rouault de Bovary, sino Emma Bovary. El apellido Bovary no es sólo de Charles, es el suyo. Llamarla señora de Bovary sería algo así como, si al hablar de Marie Curie, hablásemos de Marie Skodowska de Curie o si, al hablar de Michelle Obama, hablásemos de la señora de Obama.

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Los libros hay que traducirlos para ponerlos al alcance de todos los lectores, cambiarles la lengua. Pero no hay que cambiarlos de patria.

Debemos llevar al lector al país y a la cultura del libro, y no a la inversa.— María Teresa Gallego Urrutia. Traductora literaria.

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