Con niños y sin coche

 

Tener prole (cuatro y un año) y no tener coche te aboca a tener que dar explicaciones a menudo. Con distintos grados de sorpresa o ahínco en la pronunciación de última e, la pregunta siempre es la misma: ¿no tenéis cocheeeeeeeeeeeeeee? Pues no, no tenemos. Los alquilamos.

 No tener coche y alquilar tiene ventajas y/o argumentos a favor.

- Primero, pasta. Una vez lo calculé y venimos a gastarnos, el año que más, 2.000 euros. Teniendo en cuenta que un coche normalito cuesta a partir de 15.000 euros, ...

Tener prole (cuatro y un año) y no tener coche te aboca a tener que dar explicaciones a menudo. Con distintos grados de sorpresa o ahínco en la pronunciación de última e, la pregunta siempre es la misma: ¿no tenéis cocheeeeeeeeeeeeeee? Pues no, no tenemos. Los alquilamos.

 No tener coche y alquilar tiene ventajas y/o argumentos a favor.

- Primero, pasta. Una vez lo calculé y venimos a gastarnos, el año que más, 2.000 euros. Teniendo en cuenta que un coche normalito cuesta a partir de 15.000 euros, no hase falta desir nada más, que diría Cruyff. Ni seguro, ni aparcamiento (pagando o buscando), ni mantenimiento…

- Coches del tamaño preciso. Tipo furgoneta de reparto si sabemos que haremos montaña y pistas o camping y cargamos con bicis, etc. Familiar de motor alegre si se trata de hacer rutas largas. Furgonetón de nueve plazas cuando celebramos algo en familia. Tres puertas si vamos sin niñas... 

- Coches que huelen siempre a nuevo. Nunca, lo juro, nunca en 11 años que llevamos alquilando hemos tenido una avería. Solo un pinchazo, pero fue culpa de un cangrejo cubano.

- Teniendo en cuenta que no tenemos segunda residencia y que vamos a trabajar en moto, transporte público o bici, el coche pasaría la inmensa mayoría del tiempo parado. En total, alquilamos tres semanas seguidas en verano, fines de semana sueltos, un par de puentes, y del 24 al 26 de diciembre: tanta silla, abuela, niña dormida, regalo y olla de caldo no hay quien la arrastre de aquí para allá en transporte público.

- De las ocasiones enumeradas, la de las tres semanas en verano corresponden a viajes en los que no podríamos habernos llevado el coche si lo hubiéramos tenido (islas como Cuba, Islandia o Canarias) o en los que hubiera cambiado los planes, porque es mucho más rápido llegar en avión: Portugal, Cádiz o Huelva. Para las escapadas urbanas de fin de semana tampoco sirve de mucho tener coche en casa.

- Lo cachondo que es que la mayor señale cada semana un coche distinto diciendo que es el de su padre.

- Lo que mola asociar viajes a un modelo, marca, tamaño y color de coche concretos.

- Lo que mola que te vean como si fueras guay por el rollo de renunciar a un bien de consumo, como si lo hicieras por militancia.

- Es un palo tener que ir a por el coche antes de cargar trastos y niñas. Suma, siempre, un mínimo de hora y media al trayecto previsto. Si recogerlo es un palo, devolverlo ni te cuento.

- Lo del coche del tamaño preciso funciona hasta que tienes que conformarte con lo que hay (como en Cuba: minicoche sin ninguna de las comodidades a las que estamos acostumbrados, ni elevalunas, ni dirección asistida), o hasta que te cuelgas y alquilas lo que queda: no diré marca y modelo pero la tardanza en reservar hizo que diéramos la vuelta a Islandia con un coche, digamos que justito para tanta ropa de abrigo. 

- Llegar tarde a un plan: que salga algo a última hora y no poder apuntarse por no haber alquilado. Se intenta, pero a veces no hay coches, o bien te cuesta un riñón el fin de semana y te quedas en casa.

- Vale que la mayoría de las veces alquilamos por ahí y tener coche aquí sería inútil. Pero ¿cuántas veces dejamos de salir ante la imposibilidad de improvisar? 

- No se puede subir a un ferry un coche de alquiler. Cuestiones del seguro. No puedes alquilar un coche en Barcelona y llevártelo a Menorca o Córcega. Destinos donde lo suyo es llevarse un coche cargado hasta los topes de ítems de playa y/o montaña. 

- Acordarte de todo el árbol genealógico cada vez que tienes que bajar todos los trastos del tercero sin ascensor en el que vivimos. Esto incluye artilugios que observo que la gente abandona en el coche (sombrilla, sillas de picnic, patines, caja de cuentos y juguetes, CDs, rollo de papel de cocina…) y las sillitas de las niñas, que pesan un huevo. Se pueden alquilar, sí. Pero a veces las empresas de alquiler no tienen la de la edad que necesitas y casi siempre están hechas un asco. El cáguense por tiempos, maleta en ristre, a partir del primer piso sólo lo compensa que, con lo que nos ahorramos de hipoteca por la ausencia de ascensor, nos lo gastamos viajando.

- El sentimiento que a veces te acecha de ser más agarrao que un chotis por no comprarte de una puñetera vez un coche que te podrías permitir y te haría la vida más confortable.

Capítulo ni ventajas ni inconvenientes.

- La de horas que nos hemos pasado imaginando, haciendo planes, soñando, valorando ventajas e inconvenientes durante largos trayectos: qué haríamos que no hagamos si tuviéramos coche, qué coche nos compraríamos, si nuevo o segunda mano, de qué color, marca y modelo, si diesel o gasolina, si cinco o siete plazas porque nunca se sabe, si las bicis arriba o detrás, dónde lo aparcaríamos, si plaza de coche y plaza de moto o plaza coche y moto, si seguro a todo riesgo o a terceros... Lo que dan de sí los coches cuando hay para rato. 

(La foto es la pata de cangrejo perforando neumático, cámara y todo lo que pasara por la carretera de María la Gorda, en Pinar del Río, Cuba).