Análisis:La nueva marca de la izquierda 'abertzale'

Marcar territorio

Los herederos de Batasuna rechazan el intento de acabar con la vida del lehendakari Patxi López y, de paso, comprometen más aún la futura decisión de los jueces sobre su inscripción como partido

Sortu ha vuelto a marcar distancias con ETA, en pleno proceso judicial sobre su controvertida legalización. Lo ha hecho con un lenguaje diáfano y en el mismo estilo empleado estos días por el resto de las fuerzas democráticas. Así, los herederos de Batasuna rechazan el intento de acabar con la vida del lehendakari Patxi López y, de paso, comprometen más aún la futura decisión de los jueces sobre su tránsito político.

Pero...

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Sortu ha vuelto a marcar distancias con ETA, en pleno proceso judicial sobre su controvertida legalización. Lo ha hecho con un lenguaje diáfano y en el mismo estilo empleado estos días por el resto de las fuerzas democráticas. Así, los herederos de Batasuna rechazan el intento de acabar con la vida del lehendakari Patxi López y, de paso, comprometen más aún la futura decisión de los jueces sobre su tránsito político.

Pero con su nítido pronunciamiento de hoy contra la violencia, Sortu aprovecha también para marcar territorio en el debate partidista al que venían conduciendo los planes macabros neutralizados al comando Otazua, detenido la pasada semana en Vizcaya. La izquierda radical no quiere que ETA se sitúa en el centro del escenario y de ahí la rápida respuesta de su condena. En realidad, la demostración nuclear de su giro político radica, precisamente, en demostrar quién impone la estrategia a partir de ahora en el devenir de este significativo sector de la sociedad vasca.

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Como ya ocurriera con los tímidos brotes de violencia callejera del 3 de marzo en Vitoria, Sortu atiende a la exigencia del resto de partidos y abomina de una violencia que, sin embargo, es el sustento principal de los indicios que maneja el Estado para decantarse por su ilegalización. Consciente de esta adversidad, los dirigentes abertzales no han dudado en elevar el diapasón de su crítica a ETA, conscientes, claro, de la trascendencia de su pronunciamiento.

Con comunicados como el de hoy, Sortu, sabedor de que es prisionero de su pasado, parece estar dispuesto a comprometer al máximo el veto que se intuye desde la Sala 61 del Tribunal Supremo. De momento, ha vuelto a silenciar a quienes le siguen exigiendo que reniegue de su vinculación con el terrorismo. Pero todavía le pedirán otro auto de fe. Y quizá esté dispuesto a hacerlo.

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