Comienza la revolución del centro

Plaza Mayor y Ballesta se convertirán en centros comerciales para recuperar su esplendor

"De Madrid al cielo", reza un dicho castizo y los comerciantes del distrito Centro se han puesto manos a la obra para hacer que esta zona siga siendo lo que es, un espacio que rezuma historia y tradición, pero adaptado al siglo XXI. Es por ello que 2008 ha comenzado con una verdadera revolución marcada por dos hechos: que el barrio de Sol haya sido declarado zona de gran afluencia turística, lo que permitirá a todos sus comercios abrir los días festivos, y el anuncio de los comerciantes de la Plaza Mayor de que quieren constituirse en un centro comercial abierto.

Francisco Corazón, pres...

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"De Madrid al cielo", reza un dicho castizo y los comerciantes del distrito Centro se han puesto manos a la obra para hacer que esta zona siga siendo lo que es, un espacio que rezuma historia y tradición, pero adaptado al siglo XXI. Es por ello que 2008 ha comenzado con una verdadera revolución marcada por dos hechos: que el barrio de Sol haya sido declarado zona de gran afluencia turística, lo que permitirá a todos sus comercios abrir los días festivos, y el anuncio de los comerciantes de la Plaza Mayor de que quieren constituirse en un centro comercial abierto.

Francisco Corazón, presidente de la Asociación de Comerciantes de la Plaza Mayor y aledaños (APLAMA), explica que son conscientes de que este enclave, monumento histórico artístico, "se ha ido degradando por el uso y que, a pesar de su gran afluencia de público, no se puede seguir viviendo de las rentas". Las ventajas de esta iniciativa de homogeneización de los 391 comercios se enmarcan en ámbitos como el marketing, la limpieza o la seguridad, aunque quizá lo más evidente sea la recuperación de las fachadas herrerianas y galdosianas y que se ponga fin al caos de rótulos y luminosos. Además, el Ayuntamiento pretende construir un hotel en la Casa de la Carnicería cuando se haya trasladado la Junta de Distrito.

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Recuperar Ballesta

Pero la Plaza Mayor no ha sido la primera en coger el toro por los cuernos. Antes fueron los comerciantes del triángulo de Ballesta -cuya base es la Gran Vía y sus lados, la corredera de San Pablo y Fuencarral- los que decidieron constituirse como centro comercial abierto para regenerar una de las zonas más deprimidas de la capital, conocida por sus locales de alterne. Quieren dejar de salir en las noticias "sólo por aspectos negativos relacionados con la delincuencia, la droga o la prostitución", señala Eduardo Moreno, presidente de la Asociación de Comerciantes triBall.

Para ello se han puesto en manos de Grove Consultores, que preside Javier García-Renedo, que asesora a triBall para dar una imagen corporativa y realizar una gestión conjunta de los inmuebles. El primer paso de esta asociación, que cuenta con 110 socios, es comprar y cerrar locales de alterne, con lo que de la docena que había ya sólo queda uno, según Moreno, que informa de que los propietarios de los locales cerrados están cediendo la gestión a Grove para que los alquile. Son conscientes de que tienen que hacerse atractivos, lo que intentarán lograr vía precio, liberando unos 9.000 metros cuadrados a 30 euros por metro; unas rentas muy inferiores a las que se pagan en la calle de Fuencarral o la Gran Vía.

Pero además, cuentan con otras medidas a su favor que desgrana José Enrique Núñez, concejal de Centro: la colocación de 31 cámaras de seguridad, la peatonalización de algunas calles y que se haya declarado la zona área de rehabilitación integral.

Ángeles Pérez, directora de Locales Comerciales de Jones Lang LaSalle, dice que aún es pronto para valorar cómo afectarán estas experiencias al mercado de retail y, aunque las aplaude, hace notar que la idea de permitir la apertura en festivos de las tiendas de Sol "no ha vuelto locos a los operadores", que dudan de su rentabilidad.

La tienda Kling Down Town, de la calle Ballesta, es la primera de triBall.

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