Guardas armados en clase y botones del pánico: volver al cole después de una matanza en EE UU
La tragedia de Uvalde al final del curso pasado ensombrece el regreso a las aulas en el país, donde algunos Estados apuestan por armarse o elevar las medidas de seguridad y otros modifican leyes para dificultar el acceso a los rifles
Un sábado reciente, los padres de los menores asesinados en el tiroteo en la localidad texana de Uvalde se reunieron al pie del Capitolio del Estado para recordar a sus hijos. Cada uno de ellos tomaba el micrófono para compartir con la audiencia algún rasgo de personalidad de las víctimas de una tragedia que dejó 21 fallecidos en una escuela primaria en mayo pasado. El color verde era el favorito de Maite Rodríguez, quien murió con 10 años. Elihana Torres falleció sin ver el final de la temporada de softball (similar al b...
Un sábado reciente, los padres de los menores asesinados en el tiroteo en la localidad texana de Uvalde se reunieron al pie del Capitolio del Estado para recordar a sus hijos. Cada uno de ellos tomaba el micrófono para compartir con la audiencia algún rasgo de personalidad de las víctimas de una tragedia que dejó 21 fallecidos en una escuela primaria en mayo pasado. El color verde era el favorito de Maite Rodríguez, quien murió con 10 años. Elihana Torres falleció sin ver el final de la temporada de softball (similar al béisbol). Los papás de Lexi Rubio destacaron sus habilidades para los deportes. Convertidos involuntariamente en activistas en favor de la regulación de armas, los padres de las víctimas presionaban de esta manera a los legisladores de Texas para que estos prohibieran las compras de rifles de asalto a menores de 21 años. Una petición que ha sido descartada por las autoridades locales.
La matanza de Uvalde proyecta una larga sombra en la vuelta a la escuela en Estados Unidos. El tiroteo sucedió a finales de mayo, justo cuando terminaba el ciclo escolar. Con el retorno al colegio también ha vuelto la preocupación de los padres por la seguridad de sus hijos en el país más armado del mundo. El periodo anterior ha sido el más violento registrado nunca en las aulas. En el curso 2021-2022 se cuadruplicaron los incidentes con arma de fuego en los centros educativos de nivel básico (primaria y secundaria). En 2013 fueron 49. El año pasado se registraron 193, con 59 muertos y 138 heridos, de acuerdo con una investigación de Everytown, un centro en favor de la regulación de armas en EE UU.
La tragedia forzó cambios en todo el país. El distrito escolar del condado de Madison, uno de los 115 que tiene Carolina del Norte, informó que pondrá a disposición de cada una de sus escuelas un rifle AR-15 en una caja fuerte para responder a un eventual incidente como el de Texas. En Kansas, un distrito escolar gastó dos millones de dólares (2,1 millones de euros) en un sistema de botones del pánico que pueden activar los protocolos de emergencia. En Ohio, otro Estado republicano, el gobierno dio luz verde a una norma que permite a los maestros portar un arma exigiendo solo un entrenamiento de 24 horas y una revalidación anual de ocho horas. Un cadete de policía necesita 700 horas.
En Texas, los cambios fueron cosméticos. “Se reforzaron las puertas y la vigilancia de la entrada”, cuenta Daniela Taracena, una maestra en una escuela privada de un barrio de Houston. Con 5,5 millones de estudiantes en escuelas públicas, varias escuelas invirtieron en cercas perimetrales y cámaras de seguridad. El gobernador Greg Abbott envió a Uvalde 30 agentes de la policía estatal, los Texas Troopers, para que vigilen el arranque de clases.
Al menos 29 de los 50 Estados de EE UU permiten tener personal educativo armado, además de los guardas y policías de los distritos escolares. En Uvalde la presencia de pistolas o autoridades ya no hace sentirse seguro a nadie. “No hay nada que se pueda hacer”, dijo esta semana a la radio pública Félix Rubio, padre de Lexi. “Puede haber una fuerte presencia de la policía, pero también la hubo en la escuela ese día... Aunque hubiera una amenaza, ya no me siento cómoda con cómo lidian con una situación así”, añadió su esposa, Kimberley.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, no cedió a la principal exigencia que le hicieron los familiares de las víctimas: convocar a una sesión legislativa especial para reformar las leyes y evitar que los jóvenes de 18 años pudieran hacerse con un rifle de asalto como el que utilizó el asesino, Salvador Ramos. El mandatario se limitó a decir que una modificación como la que le piden sería considerada inconstitucional por el Tribunal Supremo. Abbott busca la reelección en noviembre para un nuevo mandato, pero su rival demócrata ha recortado distancia en las encuestas. La gestión de la matanza es uno de los motivos de su pérdida de popularidad.
Un análisis hecho desde Everytown afirma que la mayoría de las armas empleadas en los tiroteos escolares provienen de círculos cercanos al homicida. “Los expertos coinciden en que la forma de mantener seguros a educadores y alumnos es atendiendo a las señales de alarma que exhiben los potenciales tiradores y bloqueando el acceso a las armas de aquellos que pueden hacer daño”, señala Sarah Burd-Sharps, investigadora de la organización. Everytown se opone tajantemente a la idea de armar a los maestros, una iniciativa que es secundada por la Federación Americana de Profesores y la Asociación Nacional de Educación. Estas representan en total a 4,6 millones de docentes.
Esta semana, un incidente en una escuela de Oakland, al norte de California, hizo a muchos pensar lo peor. La prensa local informó el lunes de un supuesto tiroteo que había dejado a un menor de 13 años herido y a un compañero de 12 detenido. La policía descartó que se haya tratado de un tiroteo. Fue un accidente provocado por un arma en manos inexpertas. El suceso fue suficiente para alterar la vida dentro de la Academia Madison Park. El martes la escuela abrió sus puertas con terapeutas para ayudar a los estudiantes, pero la mayoría del alumnado no acudió. Una encuesta de 2021 calcula que unos 4,6 millones de niños viven en hogares donde hay armas cargadas sin que estén guardadas bajo llave.
Lilly Blanchard, una madre de Torrance (al sur de Los Ángeles), dice sentirse “extremadamente ansiosa” en este inicio del ciclo, que arrancó en su distrito el 25 de agosto. Su preocupación es porque el Ayuntamiento ha aprobado los permisos para que una armería abra sus puertas cerca del colegio de su hijo, en secundaria. “Simplemente, no puedo creerlo... Es ridículo, vergonzante y frustrante. Me provoca enojo. ¿Acaso la avaricia y la ignorancia no tienen límites? El covid ya es solo una molestia pasajera ante la potencial presencia de la violencia armada”, afirma.
La depresión en las aulas
Además de las armas, la salud mental de los menores es otra de las circunstancias que preocupan en el regreso a clases. A finales de 2021, Vivek Murphy, la encargada de Salud Pública de la Administración de Joe Biden, alertó de una crisis nacional, que fue agravada por la pandemia y la caída de la economía. Antes de la emergencia sanitaria, la situación ya era apremiante. Las autoridades reportaban a uno de cada tres alumnos en los institutos con síntomas de depresión. Los suicidios de niños y jóvenes entre los 10 y los 24 años se dispararon un 57% entre 2007 y 2018. Las autoridades calculan que en 2020 hubo unos 6.600 suicidios en este grupo de edad.
Las cosas no mejoraron en el ciclo escolar pasado. El 76% de las escuelas públicas de Estados Unidos mostraron su inquietud ante el aumento de signos de ansiedad, depresión y trauma en los alumnos. “La pandemia ha cobrado una clara y significativa factura en la salud mental de los alumnos”, señaló Peggy Carr, comisionada del Centro Nacional de Estadísticas Educativas (NCES, por las siglas en inglés). La semana pasada, el Departamento de Salud intentó atajar este problema inyectando 87 millones de euros. Estos serán utilizados exclusivamente en programas de salud mental en los centros educativos.
El resultado es una pronunciada baja en el desempeño. “En 2022, los alumnos están a un nivel visto por última vez hace 20 años”, informó recientemente Daniel McGrath, otro de los comisionados de la NCES. El organismo asegura que la comprensión lectora ha registrado su retroceso más grave en 30 años para los estudiantes blancos, negros y latinos (los asiáticos y nativos americanos se mantuvieron en los mismos niveles). Las habilidades matemáticas también cayeron en picado. Los resultados de las pruebas de niños de nueve años bajaron, en promedio, siete puntos si se les compara con las notas de dos años atrás. Un nuevo ciclo comienza y las tareas más urgentes son muy claras.