Mesas vacías entre alumnos, recreos por cuadrículas y aulas de aislamiento: así serán las clases de la nueva normalidad
Los responsables de tres institutos madrileños muestran cómo preparan el regreso a las aulas entre incertidumbre y miedo al contagio
Las horas previas a la reapertura de las clases en los institutos madrileños de secundaria (comienzan mañana) se viven con incertidumbre. Los de infantil y primaria empiezan ya este martes (como ya hicieron en los días previos los escolares de Navarra, Comunidad Valenciana, Cantabria, La Rioja, Aragón y País Vasco). Los profesores madrileños se reencuentran con sus compañeros entre pasillos en los que se colocan pegatinas para garantizar el flujo de los alumnos, y con un baile de tr...
Las horas previas a la reapertura de las clases en los institutos madrileños de secundaria (comienzan mañana) se viven con incertidumbre. Los de infantil y primaria empiezan ya este martes (como ya hicieron en los días previos los escolares de Navarra, Comunidad Valenciana, Cantabria, La Rioja, Aragón y País Vasco). Los profesores madrileños se reencuentran con sus compañeros entre pasillos en los que se colocan pegatinas para garantizar el flujo de los alumnos, y con un baile de transportistas que llevan los pupitres de un aula a otra. Para acceder a uno de los institutos de la ciudad de Alcalá de Henares es imprescindible no tener fiebre ni febrícula. Una mujer lo comprueba mediante un termómetro de infrarrojos. El profesor bromea sobre su baja temperatura corporal:
―“Ahora me dirás que tengo 30 grados”.
―“Pues no, son 35″.
Suficiente para pasar. Un bote de gel hidroalcohólico recibe al visitante que ha superado la prueba. Es la nueva rutina que tendrán que llevar a cabo los cerca de 800 estudiantes de este centro de la ESO y bachillerato durante el próximo curso. Su profesor de Historia, Francisco Sócrates Quintanar (58 años, Campo de Criptana, Ciudad Real) recibe al equipo de vídeo de EL PAÍS y le muestra la disposición del aula de segundo de bachillerato.
Se muestra preocupado, aunque confía en la responsabilidad individual de sus alumnos. Pocas semanas después de que el colegio cerrase hace seis meses, enfermó con síntomas de la covid-19 y, a pesar de la fiebre, siguió asistiendo a los estudiantes a través de la Red. Confía en estar inmunizado de cara al nuevo periodo escolar, pero le preocupa la situación del resto del profesorado. “Somos 51.000 profesores en la Comunidad de Madrid. No se puede preparar esto en cuatro días”, explica. Quintanar se ha sometido, como el resto de sus compañeros, a las pruebas de seroprevalencia, pero se muestra escéptico: haberlas superado no implica que no se hayan contagiado antes del comienzo de las clases. “Salvo una ingente maniobra de imagen, no están garantizando la salud de todos nosotros”, concluye.
El personal tiene que estirar sus horarios en noches y fines de semana para prepara el retorno, como en el caso de Juan Manuel Sanmartín Sanz (Madrid, 50 años), director del instituto público Butarque, en Leganés. Los claustros de profesorado rematan los últimos detalles del reparto de alumnos. En este centro, los alumnos de bachillerato y de tercero y cuarto de la ESO acudirán de forma semipresencial en dos turnos, evitando que se puedan concentrar en el patio y reduciendo el número de alumnos por clase. En el caso de los de primero y segundo de la ESO, que deben acudir durante toda la jornada, se repartirán en las canchas deportivas durante el recreo, divididas en cuadrantes. Pero los partidos del patio serán cosa del pasado en la nueva normalidad.
“Habrá que decirles que pueden salir y pueden hablar, pero no pueden estar jugando al fútbol, al baloncesto o al ping-pong, porque todo ese material no va a poder estar en uso en el espacio de recreo”, explica. Sanmartín admite sentirse preocupado por la situación. La pandemia ha afectado a muchos estudiantes del centro y a sus familias. Algunos han estado ingresados en el hospital y muchos han perdido a seres queridos. Otros, excelentes estudiantes, han visto caer su rendimiento en picado al no disponer de medios informáticos para seguir sus clases. “Estamos esperando a finales de mes un curso especial para los coordinadores, pero todavía no tenemos respuesta a todas las preguntas. Y tenemos muchas”, reclama.
Mientras, en el instituto Luis de Góngora de Torrejón de Ardoz, el personal auxiliar se afana en colocar las cintas que su director, David Puerta (Madrid, 56 años), ha encargado en agosto y le acaban de llegar. Le está costando mucho encontrar material y aún espera el nuevo felpudo. Las figuras geométricas que enseñan a sus alumnos en la ESO son las que les han servido para establecer la distancia de seguridad entre sus alumnos en las aulas de primero y segundo. El cálculo se hace a través de un cálculo de triángulos equiláteros y se debe calcular no entre los pupitres, sino entre una mascarilla y otra.
La coordinadora covid, una nueva figura para el alumnado
El centro cuenta con una enfermera, que llegó por la presencia de un alumno con diabetes, y ahora será la coordinadora covid del instituto. Su labor será tomar la temperatura cada mañana a los estudiantes, avisar a los padres de los que presenten febrícula y, si se registran un caso de síntomas dentro de la escuela, explorar al alumno para que, en caso de que presente sintomatología de coronavirus, avisar a sus padres para que le lleven al centro de salud. “Mi mayor temor es con los adolescentes, que no tienen sensación de peligro. Los niños, con unas pautas son más organizados, pero los adolescentes suelen saltarse las normas. Habrá que trabajar mucho la educación para la salud y adecuarnos a los tiempos que corren”, sintetiza Ana Isabel Garrido.
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