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“Mi voz me pertenece”: así luchan los actores de doblaje contra la IA

La nueva tecnología ha puesto en jaque a los intérpretes, que buscan un marco legal que proteja sus derechos

La inteligencia artificial (IA) ha irrumpido con fuerza en el mercado laboral, pero no todos han celebrado su llegada. Entre ellos, los actores de doblaje. Y no es para menos; los algoritmos ya son capaces de clonar y reproducir cada matiz de su interpretación, creando voces sintéticas que suenan igual que las originales. Estas herramientas ya se utilizan para narrar historias en audiolibros, explicar vídeos educativos e, incluso, protagonizar videojuegos, donde algunas compañías han llegado a usar el timbre de un actor sin su consentimiento.

El último caso lo ha protagonizado Françoise Cadol, conocida por poner voz a Lara Croft en la versión francesa de Tomb Raider IV–VI. La actriz se ha visto obligada a acudir a los tribunales y ha demandado a Aspyr, la empresa desarrolladora del juego, por utilizar su voz sin consentimiento. “Es patético. Mi voz me pertenece, no tienen derecho a hacer esto”, declaró en una entrevista con AP News. Este escándalo no es aislado. En España también han surgido polémicas similares en torno a productos de Microsoft, como Doom: The Dark Ages o World of Warcraft, que querían usar la voz de los actores para entrenar modelos de inteligencia artificial sin su consentimiento.

Los intérpretes han dicho basta. Estos profesionales llevan meses peleando con uñas y dientes para actualizar el Estatuto del Artista, de 1985, y poner coto al frenesí del algoritmo. Fuentes del sector confirman a este medio que el texto avanza en la ruta correcta, aunque admiten que llegar a un acuerdo para regular la IA no está siendo un camino de rosas. “Nadie está de acuerdo porque los actores buscan medidas que protejan su fuente de trabajo, mientras las empresas temen que una regulación demasiado estricta pueda ahuyentar la producción internacional en España”, explican.

Raúl Lara, presidente del Sindicato de Artistas de Doblaje de Madrid (Adoma), afirma que el nuevo estatuto “deja claro que el uso de nuestra voz y de nuestras interpretaciones para generar imitaciones mediante IA no forma parte de nuestra relación laboral”. No obstante, reconoce que aún hay roces. “El problema viene cuando las patronales entran en juego y dicen que ya usan la IA en todos sus procesos, y que para seguir produciendo necesitan una serie de excepciones que, al final, acaban desvirtuando lo conseguido”, señala. En cualquier caso, el sindicato exige que los creadores de las obras “no entrenen dichos modelos con la voz de los intérpretes y que borren los datos al finalizar la producción”.

El sindicato de los dobladores reclama un mayor blindaje. “El texto debería ser más garantista con los artistas, que es la parte más débil de la relación laboral”, sostiene Lara. El presidente de Adoma advierte del riesgo de no poner límites al algoritmo. “Sustituir a un actor por una voz generada por IA es infinitamente más barato. Desde Adoma defendemos que en toda interpretación tiene que haber un actor o una actriz detrás, porque el hecho de que la tecnología permita hacer algo no significa que sea lo mismo ni que sea correcto”, denuncian. “Si no se ponen límites claros mediante la legislación, se buscará el mayor ahorro de costes posible”, expresan.

Por ello se insiste en la necesidad de tramitar cuando antes el Estatuto del Artista. Precisamente, esa es la principal preocupación de la Unión de Actores y Actrices, que esperan que el Consejo de Ministros dé luz verde al texto antes de cerrar 2025. “Ahora mismo trabajamos con un marco legal de hace 40 años, cuando ni siquiera existían las televisiones privadas en España. Todo ha cambiado mucho y esta actualización es urgente. Los trámites pendientes no deberían demorarse”, urgen.

Otras opciones

Con el nuevo estatuto en camino, los intérpretes pueden echar mano de varias normas legales. La voz en sí misma no es protegible bajo el paraguas de la propiedad intelectual, pero sí como un elemento propio de la personalidad. “Podemos proteger la manera en que un actor canta una canción o recita un monólogo de Shakespeare, pero no su voz en abstracto”, explica Violeta Arnaiz, directora de propiedad intelectual, IA y software en Pons IP. Además, añade la experta, utilizar la voz sin permiso puede vulnerar el derecho a la imagen.

Otro escudo legal que los dobladores pueden explorar en el futuro es el nuevo Reglamento Europeo de Inteligencia Artificial (RIA), que ya está en marcha. Una de sus obligaciones, apuntan Sara Gutiérrez e Isabella Penélope, abogadas de Singular Law, es que todos los contenidos generados por IA que simulen voces reales “deben estar claramente etiquetados como tales, lo que refuerza la posibilidad de denunciar aquellos usos no transparentes o realizados sin el consentimiento de los artistas”.

Sin embargo, el actual entramado legal no cubre todos los escenarios, y deja al descubierto algunas lagunas. La principal fisura aparece cuando la IA utiliza el timbre característico de un actor para crear una voz completamente nueva. En ese supuesto, el marco legal se vuelve ambiguo. “Cuando la voz generada es una mezcla no identificable, la frontera es difusa y muchas empresas podrían escudarse en que es un resultado ‘original’ de la IA”, explica Iban Díez, socio director de Menta Legal. Solo en los casos en los que la voz pueda reconocerse y asociarse al actor original, los artistas podrían denunciar un uso ilícito, “incluso aunque no sea una copia idéntica”, añade el experto.

Por ello, insiste Díez, “es clave que la futura normativa establezca criterios nítidos sobre qué se considera clonación o imitación”. En ausencia de una regulación específica, la resolución de estos supuestos “seguirá estando sujeta a la interpretación judicial, que los delimite con claridad”, zanjan Gutiérrez y Penélope.

La voz como ‘royalty’

Una de las cuestiones que se debate en la aprobación del Estatuto del Artista es la posibilidad de compensar a los intérpretes por el uso de su voz, siempre que hayan dado previamente su consentimiento para utilizarla. En cualquier caso, advierte Violeta Arnaiz, directora de propiedad intelectual, IA y software en Pons IP, las empresas deben actuar con cautela a la hora de replicar el timbre de los intérpretes. “Si la voz se usa en determinados contextos, como en casos de violencia extrema o para expresar opiniones contrarias a las del profesional, la legislación española permite anular dicho consentimiento”. En estos supuestos el actor recibirá además una indemnización por los daños y perjuicios causados. Una circunstancia que, en palabras de la abogada, “podría entorpecer un sistema de licencias como el que se plantea”.

 

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