Ir al contenido

Universal Smart Cooling, la revolución del frío electrónico

La empresa diseña y fabrica una solución para refrigerar los chips de los servidores de los centros de datos

Montserrat Vilarrubí, Jerôme Barrau y Luc Fréchette, ingenieros de formación, se conocieron en 2018 en un proyecto de colaboración entre las universidades de Sherbrooke (Canadá) y la de Lleida. Una parte de su trabajo giraba en torno a los problemas de evacuación de calor que tenían los elementos de electrónica de potencia (inversores de plantas fotovoltaicas, cargadores de los vehículos eléctricos o las placas de inducción de la cocina) y en cómo evitar ese sobrecalentamiento que terminaba rompiendo las piezas.

Era 2020. Un momento en el que el sector de la computación empezaba a crecer a un ritmo frenético. Pensaron que su investigación también se podría aplicar a centros de datos en los que algunas piezas, como los microprocesadores, se calientan más que otras partes de un mismo dispositivo. Tras su paso por la incubadora Mobile World Capital de Barcelona se unió a ellos Ramón Jiménez, especialista en gestión de empresas. “No había mucha investigación en este campo. Hasta la covid, este problema se solucionaba refrigerando los servidores, lo que suponía un gasto muy alto de electricidad y de agua”, cuenta Jiménez. Un consumo, el de los centros de datos, que actualmente representa entre el 4% y el 5% de la demanda eléctrica mundial, y donde la refrigeración constituye aproximadamente el 50%.

Según explica Jiménez, esta primera solución dio paso a otra que se aplica sumergiendo el servidor en un líquido especial, que extrae más fácil el calor y consume menos energía que la anterior. Universal Smart Cooling dio un paso más y añadió una tercera vía que también refrigera por agua pero que solo afecta al chip y no al conjunto del equipo. “Sobre cada punto que se sobrecalienta colocamos una cajita con unas aletas por la que circula agua. Cuando detectan el calor, sin necesidad de actuación exterior ni de un motor, estas pequeñas aletas se levantan y expulsan agua que crea una especie de remolino que, por velocidad, extrae ese calor. Luego, las aletas vuelven a su sitio”. Una tecnología que, según la empresa, supone una menor inversión, aporta mayores ventajas que los anteriores sistemas y ofrece rendimientos superiores, “porque no enfría todo el espacio, solo los puntos más calientes y solo en el momento que acumulan más calor. Hacemos cirugía de precisión, no matamos moscas a cañonazos”, sonríe Jiménez.

Según sus datos su solución ahorra más de un 80% de la energía necesaria para la refrigeración en relación a la de aire y es un 50% más eficaz que la de inmersión. Añade que tiene una ventaja adicional al extraer más cantidad de calor. “Estaremos en 2.800 vatios por cada punto, mientras que por aire se extraen 300 vatios y por inmersión en torno a los 1.000. Además, el chip mantiene una temperatura uniforme y puede trabajar al 100% de su capacidad”.

Por el momento, tienen en marcha las tres alternativas que se adaptan a las distintas necesidades de cada empresa y con precios que oscilan desde los 500 a los 1.500 euros.

Su plantilla se compone de ocho empleados que han facturado 150.000 euros en 2024 frente a los 35.000 de 2023. En lo que va de 2025 sus cuentan ya suman más de 200.000 y esperan cerrar el ejercicio con medio millón. Unos ingresos que han llegado desde clientes como Sanitas, Media Cloud u Openchip, entre otros, con los que han realizado pruebas piloto.

Inmersos en el crecimiento, tras una ronda de financiación realizada en 2020 que les aportó unos 100.000 euros, tienen previsto lanzar otra de dos millones para dar el salto a la fabricación en serie, invertir en estrategias de marketing, investigación y desarrollo de negocio. Fueron ganadores de la última edición de los premios EmprendeXXI de CaixaBank, en la categoría de Sostenibilidad.

Más información

Archivado En